Capítulo 35.

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REESE.

Santa mierda. Verlo así me está haciendo replantearme si haber decidido tomar distancias ha sido una buena opción.

-¿Podremos bañarnos en la piscina, verdad? -me pregunta Simon.

Pero estoy demasiado ocupada observando a un Eros sudoroso y tonificado correr por el campo de fútbol sin camiseta y con su perfecto pectoral al aire y su pelo revuelto, que no puedo contestarle. Mis neuronas van a explotar.

-¿Verdad, Reese? -vuelve a insistir.

-Si, claro, claro. -respondo para que esté feliz y me deje admirar al maldito dios griego que tengo como guardaespaldas.

-Aquí tienes. -dice Diego sentándose a mi lado y dándome el refresco que le había pedido. Tardo un segundo en cogerlo para volver a mirar al campo.

Hace solo un día que Simon y Diego viven con nosotros. Se me hace un poco raro, ya que no los conozco mucho, pero no me molesta. Es más, me gusta que haya más gente en mi casa, porque ahora que no me hablo con Lily y que mis amigas siguen siendo amigas de Ariadna, no tengo a nadie con quien pasar el rato. Además como Eros y yo estamos tomándonos un tiempo, siempre que nos quedamos solos acabamos lánzanos indirectas, y se podría decir que la tensión sexual podría cortarse con el dedo. Y aunque Diego no sea muy hablador y Simon sea muy pequeño, al menos tengo compañía. Y obviamente también me alegro de que por fin ellos tengan un lugar donde vivir en condiciones.

-¡Fin del entrenamiento, chavales! -grita el entrenador dando dos palmadas y haciendo sonar el silbato.

Los chicos dejan de jugar y comienzan a dirigirse hacia el vestuario. Algunos me miran y se quitan la camiseta de forma casual. Veo como el entrenador felicita a Douglas antes de que este también comience a caminar.

-¿Admirando las vistas, Russell? -me pregunta al pasar por nuestro lado, elevando la voz. Los demás chicos me miran, y no puedo evitar ponerme colorada. ¡Será idiota!

Un idiota que te encanta, me recuerdo a mi misma.

-¡No seas creído! ¿Quieres? -contesto. Eros se ríe y oigo como los demás también sueltan algunas risas. Maldito...

Una vez desaparecen todos y me acabo mi refresco me dirijo hacia la papelera para tirar dentro el envase, cuando al girarme, tropiezo con alguien que acaba de salir del vestuario.

-¡Lo siento! -me disculpo rápidamente.

-Hey, Reese. -es Matt, un amigo de Justin, el cual me sujeta de la cintura al habernos chocado. A Justin lo odio, pero Matt no me ha hecho nada, por lo tanto me cae bastante bien. Solíamos ser buenos amigos. Diego me observa a lo lejos con el ceño fruncido.

-¡Matt! Menos mal que eres tú, que vergüenza. -exclamo. Este ríe y yo doy un paso hacia atrás, rompiendo el contacto.

-Si, soy yo. -afirma contento. Después se queda mirándome.- Sabes, siempre te veo por los pasillos con tu novio, ya sabes, el guardaespaldas, pero tenia la sensación de no haberte visto en años, hace mil que no hablamos.

Frunzo un poco el ceño, pero con una sonrisa.

-Oh, él... -carraspeo.- Él no es mi novio. -digo restándole importancia con la mano.-
Si... desde mi vergonzosa caída a la piscina el día de mi fiesta. -digo recordando aquel día al que jugamos a verdad o desafío. Fue mi primer beso con Eros, ¿cómo olvidarlo?

-¡Cierto, casi haces un striptease! -dice soltando una carcajada. Yo me río también al recordarlo. Veo como Eros sale del vestuario y se queda estático, mirándonos descaradamente. Desvío la mirada.- Oye. -carraspea.- Has dicho que no es tu novio, ¿cierto?

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora