Capítulo 15.

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Maratón 2/2 Mala Influencia®.
REESE.

Trago saliva mientras levanto las manos en el aire. Mi corazón bombea sangre a mil por hora.  Joder, ¿por que soy tan sumamente cotilla? No me podía haber quedado en casa con mi padre, ¡no! ¡Yo tenía que venir aquí a meter las narices donde no me llaman! Y ahora estoy rodeada de vándalos apuntándome con sus armas. Oh dios, no quiero morir tan joven.

Visualizo a Eros al otro extremo del bar, sentado en un taburete. Cuando se gira y me mira, parece querer asesinarme. Le sonrío incómodamente para aliviar un poco la tensión. ¿Habrá funcionado?

Baja del taburete con los puños apretados y el chico que está sentado a su lado le coge del brazo y le pregunta algo. Eros asiente enfadado y se acerca hasta a mí haciéndose sitio entre toda la gente. No, no ha funcionado.

-¡Bajar las putas armas! -grita antes de acercarse a mí peligrosamente.

-¿Lo siento? -pregunto inocentemente.

-¿Que coño haces aquí? ¿Me has seguido? -asiento temerosa y Eros se pellizca el puente de la nariz, perdiendo la paciencia. El chico que estaba con él llega hasta nosotros y me observa con cierta curiosidad. Es guapo, pero no más que Eros. Tiene el pelo negro y echado hacia un lado, los ojos castaños y las facciones suaves, tiene cara de ser una buena persona.

-Sácala de aquí. Ahora mismo. -murmura mirando a Eros. Este le da una palmada en el hombro a modo de despedida antes de agarrarme del brazo y empujarme hacia la salida del local.

El sol se está escondiendo por el horizonte, justo en ese punto donde la luna comienza a salir y ambos pueden verse en el cielo, pero las farolas ya están encendidas. Eros sigue arrastrándome de forma brusca por los callejones. Está cabreado. Me suelto de su agarre y me cruzo de brazos en medio de la calle. Uno, porque no me gusta que me trate así y dos, para fastidiarlo solo un poquito más.

-Vámonos Russell. -exige.

-Quiero saber qué hacías ahí dentro.

-No me lo puedo creer. Eres tú la que me ha seguido hasta aquí, ¿y ahora quieres saber que es lo que estaba haciendo? -suelta una risa amarga.- No pensaba que fueras tan tonta.

-Esa gente tenía armas.

-¿Lo has descubierto tu solita o te has dado cuenta cuando te han apuntado con ellas absolutamente todos? -creo que está perdiendo la poca paciencia que le quedaba así que en vez de responderle pongo una mueca.- Me voy. -dice antes de comenzar a caminar, sin mi.

-¿Y mi bici?

Eros se detiene y se gira para mirarme, cuando ve que no lo estoy diciendo de coña, suelta una carcajada.

-¿Has venido en bicicleta?

-Si. -digo como si fuera obvio.

Eros vuelve a reír. Dios, me podría a babear ahora mismo si no fuera por qué se está riendo de mí.

-Vale, está vez te has superado a ti misma.

Como veo que se aleja comienzo a seguirle, haciendo maniobras entre los callejones. Corre una brisa fresca y el poco sudor que tenía debido al ballet ya se me ha enfriado, dándome a pensar que puede que me constipe. El sol ya ha desaparecido y ahora el cielo comienza a ponerse de un tono de azul más oscuro.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora