Capítulo 26.

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EROS.

El señor Russell grita y grita, pero se puede ver claramente que lo hace porque está más preocupado que enfadado.

Y si, lo entiendo.

Primero saqué a su hija castigada de casa para fugarnos al hospital y salvarle la vida a un niño perseguido por la policía.  El cual por suerte, está bien. Después esta huyó en una ambulancia después de haber estado a punto de morir en una explosión de coche, el cual por cierto era su coche, y una vez llegó al hospital, ambos volvimos a escaparnos para ir a casa sin ningún tipo de protección y con heridas físicas. Yo si fuera él estaría cabreado.

-¿Sabéis cuánto dinero me está costando que no os metan en el calabozo? ¡Eros de no ser por mi ya estarías en la cárcel!  ¡Y encima ahora tengo que comprar un coche nuevo! ¿Os creéis que el dinero cae del cielo? -la vista de Reese se eleva hacia arriba. ¿Enserio está comprobándolo? Le hago una mueca y ella se encoge de hombros.

-Bruce, puedes utilizar mi sueldo para pagarlo todo. No me importa. -contesto sinceramente.

-¡Claro que no te importa! ¡Tienes todo lo que quieres! Y tú, señorita. -dice apuntando a Reese con el dedo.- Has perdido más clases de ballet de las que puedo contar, más te vale asistir o dejaré de pagarlas. Además, tus notas han bajado, cosa que no me gusta ni un pelo.

-Sí, lo sé. -contesta ella con culpabilidad.

El móvil de Bruce suena y este suspira mientras lo busca. Mira la pantalla y suelta un soplido.

-Es el bufete de abogados. Tengo que irme. No salgáis de casa a no ser que sea muy importante. ¿Entendido?

Ambos asentimos con la cabeza. Este descuelga y desparece por el pasillo mientras habla por teléfono. Después se oye la puerta cerrarse de un portazo y Reese se sobresalta.

-Eh. -la llamo mientras me acerco a ella.- No te preocupes, es normal que esté enfadado.

-No me preocupo por mi, me preocupo por él. No es justo todo lo que le hemos hecho.

-Lo sé. Pero en cuanto tengamos pruebas de que Ariadna es el anónimo todo acabará. -explico caminando hasta la nevera.- Y eso será pronto.

Reese suelta un gruñido de frustración y yo mientras abro un zumo.

-Es que no la soporto más. ¿Como se supone que tengo que actuar como si no pasara nada cuando casi morimos los dos? -pregunta retóricamente apoyando los brazos en el mármol.- ¡Está loca! Jamás me imaginé que podía hacer algo así. -pronuncia haciendo gestos con la cara.- Me dan ganas de... de matarla. -exclama frustrada.

Todo lo que dice es absolutamente verdad y joder, debería tomarla enserio, pero me divierte ver su expresión al decirlo así que sin poder evitarlo suelto una risa.

-¿Qué narices te pasa? ¿Acaso lo ves gracioso o divertido? Porque yo no. -dice enfadada bajando del mármol y comenzando a caminar de espaldas a mi.

-Eh vamos, Russell, no te enfades. -dejó el zumo encima del mármol y la sigo. La agarro del brazo, haciendo que su cuerpo se pegue al mío, aprovecho la ocasión y paso mi mano por su cintura, acariciando la suavidad de esta.

Reese retrocede hasta chocar con la pared y entreabre los labios, de los cuales sale una respiración entrecortada. Su expresión facial se relaja y enseguida su vista se dirige hacia mis labios. Quiere que la bese. Y joder, yo quiero besarla. Quiero hacer mucho más que eso.

Sonrío de medio lado, indicándole que no puede enfadarse conmigo, y ella levanta las cejas antes de pasar las manos por mis hombros y acercar su boca provocativamente a la mía. Acaricio su muslo hasta llegar a la cintura y ella lo eleva, enrollándolo en mi. No sé cuanto tiempo más habría podido aguantar sin besarla, pero por suerte es ella la que cede, cogiéndome de la nuca y presionando sus labios contra los míos con fuerza, creando un beso que provoca mis ganas de más. Sus dedos se enrollan en mi pelo, estirando de él y haciendo que abra más la mandíbula, cosa que aprovecha para dar paso a su lengua. En todo momento es ella la que lleva el control, aunque yo aproveche para recorrer su cuerpo con mis manos, y eso me vuelve loco.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora