Capitulo 51.

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Parte uno

REESE.

Estoy totalmente en shock.

No se qué mierdas hacer, ni que decir, y no proceso que esto esté pasando de verdad.

-Papá... -intento hablar.

-Levántate del suelo. -le espeta a Eros. Tiene los puños apretados.

Eros está tirado en el suelo, se ha caído cuando mi padre lo ha empujado y temo que pueda haberse hecho daño, ya que no ha podido frenar su caída a causa del disparo de su brazo derecho, que le impide moverlo.

Rodeo a mi padre para ayudar a Eros a levantarse, pero su voz estricta y ronca me detiene sin a penas hacerme dudar.

-Aléjate de él. -me ordena. Aunque suena más bien como una amenaza. Su voz sale con rabia.

Eros consigue ponerse de pie él solo y mi padre lo mira con una mueca de asco. Puedo ver la incertidumbre reflejada en los ojos de Eros. Está cohibido. Ninguno de los dos habíamos visto a mi padre tan decepcionado y enfadado como en estos momentos. Da miedo.

-Te he dado todo lo que podía ofrecerte; un trabajo, un techo bajo el que dormir, comida, ropa, un coche, un móvil... -numera con los dedos.- Y no hablo solo de cosas materiales, sino también de un vínculo familiar y una confianza que no le podría haber dado a nadie más, confiándote la vida de mi propia hija. Incluso he acogido a tus amigos en mi propia casa. ¿Y qué me ofreces tú a cambio? -escupe con incredulidad.- Solo te pedí una cosa. ¡Una puta cosa! -le grita.- Que no te acercaras a ella. Y mira lo que me encuentro...

-Bruce, no lo entiendes, yo no pretendía que esto pasara... -intenta explicarse Eros.

-Voy a llamar a la policía, Eros. Así que tienes desde ya para salir por la puerta y huir lo más lejos posible.

-Bruce, estoy enamorado de tu hija. -habla Eros con los ojos llorosos.

El silencio se instala en el salón y mi padre niega con la cabeza.

-Vete antes de que cometa una estupidez.- su voz sale muy ronca y ni si quiera se digna a mirarlo, intentando calmarse.

Yo no sé qué decir. Es la primera vez que Eros admite en voz alta estar enamorado de mi, aunque siempre diga que me quiere. Y el hecho de que no solo me lo esté diciendo a mi, sino también a mi padre, hace que todo esto se vuelva más violento e incomodo.

-¡Lo digo enserio, joder! -grita Eros.- ¡La quiero como nunca he querido a nadie! ¡Ella no es un puto juego para mi...!

Pero antes de que pueda acabar de hablar, mi padre le propicia un puñetazo en la mandíbula. Tapo mi boca con ambas de mis manos mientras siento como las lagrimas amenazan con salir de mis ojos.

-Sal inmediatamente de mi casa. -dice aún con los puños apretados. Esta fuera de control. Pero puedo ver algo en su mirada que me desconcierta: temor.

La vista de Eros se clava en la mía como un puñal bañado en veneno. Puedo ver el dolor reflejado en sus ojos cuando limpia la sangre que ha goteado de su labio inferior, antes de girarse y comenzar a caminar hacia la salida, y el corazón se me encoge dentro del pecho. Es la peor despedida que podría haber imaginado.

-¿Pero a ti qué te pasa? -le grito a mi padre antes de empezar a sollozar, después de ver cómo Eros desaparecía por la puerta de salida, pegando un gran portazo.

-¿Crees que puedes dirigirte así a mi? -me grita.- ¿Después de lo que acabo de ver? ¿Es que no te da vergüenza?

-¿Acaso vas a pegarme a mi también? -grito sin miedo.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora