Capítulo 23.

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REESE

-Dime papá. -pronunció intentando poner voz inocente al contestar. Me alejo un poco de Eros para hablar y este se sienta al lado de Diego, dandole dos palmadas en la espalda.

-¿Se puede saber por qué demonios no estáis en casa a estas horas? Estás castigada Reese, ¿acaso no sabes lo que significa eso? -su voz tiene un claro tono de enfado y me lo puedo imaginar juntando las cejas y poniéndose algo rojo.

-Lo siento, pero hemos tenido una urgencia, estamos en el hospital.

Mi padre balbucea al otro lado de la línea.

-¿Que...? ¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo? -su tono de voz a cambiado de estar enfadado a nervioso y preocupado.- ¿Le ha pasado algo a Eros?

-No, no es eso. -digo intentando explicarlo sin decirle que puede llevarse cargos por esto si el gobierno se entera.- Es un amigo de Eros, está muy enfermo y lo acaban de llevar a urgencias. He tenido que venir con él ya que no podía quedarme sola.

Hay unos largos segundos de silencio en la línea y cuando estoy a punto de hablar, mi padre se adelanta.

-¿Qué hospital es?

-El general. -digo algo dudosa.- ¿Por qué lo dices? ¿Es que vas a...?

-Enseguida estoy allí. -murmura antes de colgar.

-Mierda. -maldigo en a penas un susurro. No sé si conocerá a Simon y a Diego, pero si lo hace, mi excusa de "un amigo de Eros" se va a ir a tomar por saco.

Una voz a mis espaldas me sobresalta.

-¿Que te ha dicho? -Eros pasa las manos por mi espalda baja atrayéndome un poco hacia el.

Paso la mano por mi pelo, suspirando.

-Que viene hacia aquí.

-Mierda. -murmura.

-Sí. Eso mismo he dicho yo. -sus manos sueltan mi cintura para alejarse unos pasos, haciendo que extrañe su contacto.- ¿Que va a pasar? ¿Cerrarán el reformatorio? No quiero que mi padre se quede sin trabajo Eros, él ha estado trabajando muy duro para cuidar de mí durante muchos años. Tanto que ha renunciado a su vida social. Dudo mucho que ni si quiera sepa nada de esto...

-Lo sé, Russell. Simplemente él fue el fundador y él lo dirige. Sea como sea la mierda va a salpicarle.

Me siento en una de las sillas de la sala, a unos cuantos pasos de Diego, el cual aún no ha levantado la cabeza. No sé nada de este chaval aparte de que es bastante guapo, pero tengo la impresión de que no tardaré mucho en conocerle.

La situación entre Eros y yo de repente cambia, él se sienta al otro lado de la sala y a penas nos hablamos. Sé que él no tiene la culpa de nada de esto, pero no puedo evitar sentirme algo molesta con él. Como le pase algo malo a mi padre él sería la única persona con la que podría enfadarme. Así que le ha tocado a él.

Después de aproximadamente unos veinte minutos de aburrido silencio y miradas desprevenidas la puerta de urgencias se abre y aparece el medico al cual le debemos todo esto, ya que de no haber sido por él, ahora mismo Simon y Diego estarían con la policía y no aquí. Es bastante alto y muy atractivo. Su pelo es rubio oscuro y sus ojos verdes, cosa que llama bastante la atención. Diego se levanta automáticamente de la silla y camina hacia él.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora