Capítulo 10.

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EROS.

Llevo poco tiempo aquí, pero creo que el suficiente para darme cuenta de dos cosas. La primera, la crueldad de este sitio: el instituto es como una selva.

La gente está juzgando y criticando constantemente a el prójimo. Las chicas se tienen envidia entre ellas y los chicos compiten por ver quién la tiene más grande y quién marca un mejor tiempo en baloncesto. Y si algo tienen todos en común, es que se mueven como ovejas. Aún que ni si quiera sean conscientes de ello. Pero todos quieren destacar sin sobresalir demasiado y sentirse especiales, pertenecer a un grupo y formar parte de algo, así que si alguien decide reírse de un vídeo de una chica bailando sobre una mesa... todos hacen lo mismo.

Y la segunda, es que Reese es insoportable. Desde el primer momento tenía claro que era una niña rica y mimada de papá. Pero no se merece esto. No se merece ir por los pasillos escuchando susurros o risas a sus espaldas, y por mucho que intente disimularlo, se que en el fondo le duele. ¿Y que es lo peor? Que no puedo hacer absolutamente nada que esté en mis manos para evitarlo, o no de momento.

El profesor está dando clase y mandando ejercicios y yo mientras juego a un juego de rol en el móvil. Reese está atenta a la clase, escribiendo cosas en su libreta y frunciendo el ceño ligeramente cada vez que oye una risa detrás de ella. Algo me golpea la espalda y cae al suelo. Es una bola de papel arrugada. La despliego:

"¿Te divertiste en mi fiesta?
-Ariadna."

Busco su mirada detrás de mi y la encuentro mordiendo el extremo de su lápiz y pestañeando coquetamente. Mierda. Le cojo un lápiz a Reese y escribo la respuesta en el mismo papel.

"No estuvo mal."

Se la lanzo mientras el profesor escribe algo en la pizarra y ella me da la sonrisa más grande que he visto en mi vida. Reese me mira con una expresión entre confusa y disgustada, se remueve en su asiento e intenta atender otra vez, metiendo un mechón de pelo detrás de su oreja y ajustándose las gafas que usa para ver bien la pizarra. Otro papel me vuelve a golpear en la espalda, me agacho a recogerlo y no tardo en desplegarlo.

"Quizás pueda mejorar eso. ¿Que tal otra fiesta? Esta vez, y yo a solas.
PD: ¡No puedo hablarte con Reese pegada a ti como una lapa!"

Dios. Esta chica es muy directa. Suspiro pensando en que responder sin ser grosero. No es que Reese este pegada a mi, sino todo lo contrario, yo estoy pegado a ella día tras día vigilando que no caigan cosas del techo y aterricen sobre su cabeza semi rubia y testaruda. Por suerte, el timbre que anuncia la hora del patio suena y todos se levantan para recoger sus cosas. Ariadna casi sale la primera, sonriéndome al pasar y contoneando sus caderas mientras su pelo cobrizo ondea en el aire, dejando un olor a colonia femenina. Y vaya que no tiene un mal cuerpo... Está bastante buena. Pero, ¿por qué narices no me siento atraído por ella?

Observo a Reese mientras recoge sus cosas. Un lápiz se le cae al suelo y mira hacia ambos lados de la clase para asegurarse de que nadie haya visto eso, cosa que me hace bastante gracia. Lo guarda corriendo en el estuche y después se cuelga la mochila del hombro. Pasa por mi lado sin decir nada, con la cabeza alta y orgullosa.

-Adiós Mr.Turner. -me despido del profesor. Este me contesta con una sonrisa y salgo al pasillo siguiendo a Reese. Justin pasa por mi lado. Guardando distancias y atento para no rozar su hombro con el mío. Ni si quiera me dirige la mirada, va cabizbajo y solo levanta la cabeza para mirar a Reese, aún lleva un moretón hinchado. Pero la mira... con algo similar al odio. Un destello brillante en los ojos y una mueca desagradable en la cara. Después sigue recto.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora