EROS.
Me despierto alterado, intentando incorporarme y descubriendo que es imposible porque a penas puedo moverme.
Estoy sudando y asustado, no sé qué mierdas ha pasado.
-Eh, eh, tranquilo... -unas manos me rodean el rostro, y al segundo sé que se trata de Reese. Levanto la vista y veo su preciosa cara mirándome aliviada.- Estás bien, está todo bien...
Miro a mi alrededor. Estoy en una habitación de hospital. Y Reese está aquí conmigo, ella sola, a pesar de su trauma. Las cortinas están abiertas y entra luz, así que es de día.
Intento recordar lo que pasó pero solo sé que estaba jugando para conseguir la beca. Y luego todo se convierte en una especie de sueño.
-Russell, la beca. -digo confundido.- ¿A quien le han dado la beca?
-No te preocupes por eso. No puedes alterarte ahora, Eros.
-¿Por qué? ¿Que ha pasado?
Antes de que pueda contestarme, una enfermera entra por la puerta.
-Vaya, ¡si estás despierto! Iré a avisar al médico. -dice dejando un carrito en la sala.- ¿Te duele el brazo?
-No siento nada. -contesto.
Miro mi brazo. Está vendado, al igual que mi pecho, y no llevo camiseta, solo estoy tapado por las sábanas de la camilla, a pesar del puto calor que hace.
La cara de Reese cambia y yo lo noto. Está preocupada.
-¿Qué coño pasa, Russell? -digo comenzando a perder los nervios.
Esta tarda unos segundos en contestar.-El anónimo te disparó en el partido de la beca, Eros. -frunzo el ceño. Me acuerdo.- Lo siento muchísimo, enserio. -dice tapándose la cara con las manos, algo avergonzada. Los ojos se le humedecen.
-Eh, ni se te ocurra llorar. -digo destapándole la cara.- ¿Qué te pasa?
-Soy una egoísta, solo me preocupé por estar protegida yo, y de que no me pasara nada a mi, y si mi padre no se hubiera pasado toda la noche sin dormir para investigar quien ha sido también me enfadaría con él. Sabíamos que tu vida también estaba en peligro al igual que la mía y no contratamos ningún tipo de seguridad en el partido, además te juro que por un momento pensé que habías muerto, Eros...
-No es tu culpa, Russell. -la interrumpo cogiéndole de la nuca con suavidad y atrayéndola a mi con el brazo izquierdo. Solo quiero abrazarla. Esta se apoya en mi pecho y me da un beso, al lado de la venda.
-No quiero que te pase nada. -murmura.
Yo tampoco quiero que nos pase nada, pero esto parece que no acaba nunca. Es un ataque después de otro, y como no se detengan ya Reese acabará mudándose a otro continente y yo quedándome aquí, cambiándome el nombre y trabajado de camarero en algún bar nocturno donde nadie conozca mi sucio historial. Y no pienso ponerme ningún tipo de uniforme.
Además después de esto dudo mucho que me hayan dado la beca. Tan solo espero que no se la hayan dado al jodido hijo de puta de Justin.
-¿A quien le han dado la beca, Reese? -digo utilizando su nombre. Es serio. Necesito saberlo.
Ella se incorpora y me peina con los dedos, con la mueca algo triste.
-Se la han dado a Justin.
Me quedo esperando a que diga que es broma, pero no está bromeando.
Genial. De puta madre.
Tiro la cabeza hacia atrás y siento la ira correr por mis venas. Menos por las del brazo derecho claro, en el cual sigo sin sentir nada.
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Mala influencia®
Teen FictionYA EN FÍSICO. La irresistible tentación está ahí: para los dos. En medio de todo el desastre, tuvimos que encontrarnos. Lo intentaría, pero no podría odiarte, porque un día, sin avisar, me salvaste. Y esas son de las cosas que nunca se olvidan. Y es...