Capítulo 33.

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REESE.

-¿Sabes con quien va a ir Karol al baile de primavera? -pregunta Lily emocionada. Niego con la cabeza, la verdad es que tampoco me importa lo más mínimo.- ¡Con Stephen! El mismo Stephen del equipo de fútbol. Tiene un trasero... -murmura casi babeando.

-Ah. -contesto simplemente. Ya ni quiero ir a ese estúpido baile. Ya no quiero estar aquí, todos a mi alrededor parecen estar centrados en cosas que para mi ya no son nada interesantes. Tan solo son tonterías de instituto.

Y no puedo evitar verlo todo diferente cuando sientes tantas emociones dentro de ti que es imposible que le prestes atención a las pequeñas cosas.Y es en ese momento, cuando te das cuenta de que todo ha cambiado. Y que las cosas, jamas volverán a ser las mismas. Justo en ese momento en el que las cosas que antes te parecían lo más interesante del mundo, ahora se han vuelto algo sin importancia. Y en mi caso, todo había sido por culpa de una sola persona. Eros Douglas.

Me tenía completamente destrozada. Y puede que suene dramático, pero el primer día pensé que iba a morirme. Dolía tanto... que ni si quiera puedo explicarlo. Por suerte para mí, mi padre está pasando fuera de casa unos días, así que antes de marcharse le dije que Eros estaba durmiendo para que no fuera a molestarlo ni a hablar con él, y con eso se marchó satisfecho. Y confieso que ha sido durísimo estar sola estos tres últimos días. Ni si quiera recuerdo haber comido nada. Hasta Estela, la cocinera, se preocupó.

Por otro lado, está lo del anónimo. Sé que debería preocuparme por si me hace algo ahora que Eros se ha marchado, pero ni si quiera me importa.

-Reese, en serio, sabes que te quiero y quiero lo mejor para ti. Y te veo así y me entran ganas de llorar. No es nada justo. -dice Lily cogiéndome de las manos, reaccionando a mi depresión.

Suspiro como modo de contestación. Hasta al respirar me duele el pecho, imaginaros al hablar...

-Tienes que hacer un esfuerzo por estar bien. Mírate, estás en los huesos chica, y parece que tus ojeras van a tocar el suelo. -dice indignada.- Sabes que me caía bien, pero después de esto no puedo evitar odiarlo, es tan... -suelta un pequeño soplido. Ella siempre tan dramática.- Si quiere hacerte daño, lo mejor es que vaya a la cárcel, porque...

-Lily. -la interrumpo.- No quiero hablar de eso, por favor.

Después de lo que le he contado, Lily cree que él es el anónimo. Yo no creo que sea así. Simplemente estaba histérica y saqué conclusiones demasiado rápido. Pero aún que su plan desde el principio fuera herirme, yo jamas podría causar eso en él, porque lo quiero. Y no quiero que vaya a la cárcel. Por mucho que suene masoquista, lo quiero a mi lado.

-Está bien. -dice ella rodando los ojos.- Tan sólo piénsalo.

Ya, como si pudiera pensar en otra cosa que no fuera él.

Llegamos al aula de lengua y me siento en mi lugar. Miro la mesa de al lado y recuerdo cuando Eros le dijo a Ariadna que estábamos saliendo, y se lo lanzó en un papel de libreta. Recuerdo como me miraba, todo lo que decía... simplemente no puedo creer que todo fuera mentira. Al menos yo no lo siento así. Entre nosotros había algo muy especial, y no creo que solo pudiera sentirlo yo. He estado repasando todos los momentos que hemos vivido juntos, y os juro que no me entra en la cabeza. Eros tenía que sentir algo por mi. Tiene que hacerlo.

-Oye, ¿estas bien? -me pregunta Bárbara desde la mesa de delante.

-Sí, claro. -miento encogiéndome de hombros. ¿Tanto se me nota?

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora