Epílogo

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REESE

Querido papá:

Hace ya cuatro años que te fuiste para siempre, pero hoy te echo de menos más que nunca.

No sé si allá donde estés te preguntarás el por qué, o si esta carta que estoy escribiendo se convertirá en cenizas para siempre en cuanto prenda en llamas. Pero quizás tan solo necesitaba sentir que aún puedo hablar contigo.

Si nunca me hubieras salvado la vida, si nunca, te hubieras colocado delante de aquella bala que iba a impactar sobre mi, jamás podría haber vivido este día. Así que te lo debo todo a ti. Porque hoy por fin, después de tanto tiempo, y tantos obstáculos, Eros y yo nos hemos casado.

Te juro, que ha sido el día más feliz de toda mi vida. Mi vestido era el que llevó mamá en vuestra boda. Han hecho falta un par de arreglos pero al final ha quedado perfecto. Me he dejado el pelo suelto, y el anillo, es el mismo que Eros me regaló hace ya casi cinco años. Además, ¿sabes qué? Eros aceptó ponerse el smoking sin protestar. Y es que le quedaba como anillo al dedo. Nunca mejor dicho.

Nos hemos casado en el muelle de nuestra casa del lago. Aquí, en Miami, donde todo esto comenzó. El día de mi cumpleaños. Aún lo recuerdo como si fuera ayer. Fue uno de los días más felices de mi vida. Aunque antes lo de nuestro compromiso solía ser un secreto, claro. Y hoy por fin todo estaba decorado con flores blancas, y nosotros frente al altar. El atardecer se reflejaba en el agua del lago, y yo no podía dejar de mirar como le brillaban los ojos a Eros. Ha sido precioso, porque aunque tú nunca lo supieras, este sitio es muy especial. Y después de hoy, lo será más aún. Es nuestro sitio.

De momento vivimos en la mansión, pero ya que he acabado mi carrera en la universidad y voy a comenzar a trabajar como investigadora privada; y Eros trabaja de entrenador de fútbol americano en el instituto, el cual se ha convertido en una auténtica leyenda del deporte en todo el país, queremos reformar la pequeña casa de madera para convertirla en una segunda mansión y mudarnos aquí a vivir. Para poder ver siempre el lago desde nuestra propia habitación.

La verdad es que a mi tampoco me va nada mal en el mundo del ballet. ¿Te acuerdas cuando solía tener pánico escénico? Bueno, supongo que ahora tan solo lo recuerdo yo, pero, ¿quién le habría dicho a la antigua Reese que ahora se dedicaría a protagonizar las obras más importantes en el teatro Olympia? Desde que la noticia de la detención de Peyton fue publicada en todas los medios de comunicación y periódicos, nuestra historia hizo famosa, y eso, hizo que mi nombre adquiriera prestigio, cosa que me benefició bastante. Puedo decir lo mismo de Eros, ya que al encontrar los diarios de Mía Hill que escondía Peyton en los que Mía afirmaba haber dejado las huellas de Eros en la escena del crimen y se hacía responsable de los asesinatos, Eros quedó libre de todos los cargos por los que lo culpaban y fue pagado con una indemnización por las molestias de haber pasado toda su vida en el reformatorio por un error de la justicia. Después fue sometido a montones de entrevistas, al igual que yo. Pero al menos nos teníamos el uno al otro.

Recuerdo lo mal que lo pasé cuando me dieron la noticia. Justo después de aquel día. No podía creerlo. Tú siempre habías estado ahí. Siempre. Desde que tenía uso de razón y desde que nos arrebataron a mamá. Y me acababa de enterar de que todo ese tiempo, no solo era Eros quien estaba protegiéndome, sino tú. Y no me dio tiempo a darte las gracias. Eso hizo que me aislara de todo el mundo. No quería comer, no podía dormir, y no podía ver a nadie, a penas hablar. Me separé de Eros hasta tal punto de no hablarle si quiera, y encerrarme yo sola en la habitación. Pero Eros había echo una promesa, no separarse de mí pasase lo que pasase, y ya sabemos que cuando Eros promete algo...

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