Capítulo 12.

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EROS.

Cuando Reese me pregunta que qué narices hago registrando en el despacho de su padre me doy cuenta de que la he cagado pero bien. No suele ser muy curiosa, pero en un caso así, se que por mucho que intente desviar el tema encontrará alguna salida para volver a sacarlo y descubrir qué está pasando. Observo una vez más su vestuario preguntándome cuánto tiempo tardaría en arrancarle la ropa y ponerla sobre el escritorio. Su vestido blanco se ciñe a todas sus curvas y los tacones le hacen las piernas más largas de lo que ya las tiene. Aparto esa idea tan tentadora de mi mente y le sonrío.

-Aclarando unos asuntos. Nada importante.

Levanta una ceja.

-Sé que piensas que soy una cría, pero no soy imbécil. Y no voy a dejar pasar por alto el hecho de que estas registrando a hurtadillas en el despacho de mi padre sin que me des una explicación razonable. -hace un impulso y se sienta sobre la mesa mientras se mira las uñas como si acabara de decir algo muy inteligente. La idea de antes regresa a mi mente cuando veo ahí sentada.

-Mira princesa, no tengo ganas de discutir. -digo tranquilamente acordándome de la ultima vez que hablamos. Saco el móvil del bolsillo y le hago fotos a los archivos para poder leerlo más tarde y más tranquilamente.

Tengo que admitir que ha sido bastante doloroso ver las fotos de los cadaveres. Pero lo fue más aún verlos en persona. Y sobre todo cuando te culpan a ti y te obligan a pasar toda tu vida en el reformatorio. La ley es una auténtica mierda. Tengo que encontrar al culpable de todo lo antes posible. Suspiro y noto como las ganas de venganza corren por mis venas. Aprieto los puños con fuerza.
Contrólate Eros.

Sacudo ligeramente la cabeza sacando esas imágenes y pensamientos de mi mente.

Reese está con el ceño fruncido. Pero no por mi. Salta de encima de la mesa de madera caoba y se acerca a ver un archivo que está encima del mueble, junto a un jarrón blanco el cual tiene una flor de plástico rosa dentro y el cual da un aspecto bastante cutre. Lo hojea entre sus manos, totalmente absorta. No esperaba para nada que se comportara así y sinceramente, me ha sorprendido. A decir verdad, me esperaba un caos total. Gritos, insultos y pelea, lo que suelen ser nuestras conversaciones del día a día. Sin embargo creo que por primera vez se ha comportado con algo de madurez.

-Es el archivo de la muerte de mi madre... -murmura. Está pálida. Las manos le tiemblan al pasar la hoja. Muerde inconscientemente su labio inferior y su barbilla tiembla ligeramente. Es la primera vez que menciona a su madre desde que la conozco. No tengo ni puta idea de lo que pasó, pero tampoco he tenido intención de descubrirlo.- No... no lo entiendo. Se supone que mi madre murió por una enfermedad... Yo estaba allí. Yo la vi.

Cierro mis archivos con cuidado. Me asomo a ver el archivo de Reese y observo una foto de una mujer pálida y tumbada en el suelo, observándola bien descubro que sus facciones son muy similares a las de Reese. Es su madre. Sophia Russell.

-No puede ser...-la voz de Russell se quiebra. Un sollozo se escapa de ella, pero no llora. Me mira y sus ojos reflejan el dolor en los míos. Intento descubrir que sucede y ella parece leerme la mente cuando señala una frase con el dedo.

Causa de la muerte: intoxicación de gas aéreo. Falta de oxígeno y ahogamiento.

Ni de coña. Esto tiene que ser una jodida broma. Me llevo las manos a la cabeza y las entrelazo en mi nuca.

¿Debería decírselo?

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora