Capítulo 31

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- Te atrapamos, rata corriente... -anunciaron con sus voces altivas y engreídas, agudas para variar.

- Demonios... -soltó casi inaudible con un suspiró exhausto.

Esas voces eran de dos chicas de muy agraciada apariencia, con un fino uniforme muy bien combinado con sus accesorios que muy claramente eran de marca exclusiva y lucían sus peinados bien arreglados y las uñas con una manicura bien hecha. Sus rostros llevaban un maquillaje que solo les hacía ver más bellas, como muñecas. Sí, muy en contraste con la chica a la cual sostenían, la «becada». Ella no llevaba ni rastro de maquillaje alguno, sus manos estaban al natural, sin ni si quiera rastro de haber llevado esmalte alguna vez, y su peinado era su melena castaña oscura, suelta al viento, fuerte pero nada sedosa, esponjosa, brillante o cuidada como el de esas chicas.

- ¿Creíste que escaparías, becada?

Ella solo las miró desinteresada, agotada y de un tirón se soltó dejando a ese par de chicas heladas.

- ¿Ahora qué? -se quitó los lentes sin medida, los cuales usaba para evitar inconvenientes que al parecer esta vez fueron inevitables.

Se quedaron absortas por la mirada fría de la «becada» pero con todas sus fuerzas lograron recuperarse e iban a responder con sus sonrisas burlonas y altivas, pero en ese entonces se dieron cuenta que perdieron la atención de la chica que se quedó mirando detrás de ellas, de una forma inexplicable e intensa. Ambas chicas se voltearon lentamente detrás de ellas y se encontraron con alguien cuya aparición, por sus reacciones, obviamente no esperaban. Era una señorita incluso un poco más bonita que ellas, que observaba con odio, sí, mucho odio en la mirada para la «becada», y su cabello ondulado y esponjoso, pelirroja, aunque su cabello lucía medio anaranjado y le llegaba hasta los hombros, llevaba un moño que combinaba con su uniforme.

- Usagi-san...

- Desaparezcan...

- Pero...

- Esto es entre esta cualquiera y yo.

- Pero...

-¡Qué se larguen dije! -las chicas estaban por irse, no se querían ir lentamente porque de verdad sentían curiosidad por saber qué pasaría entre ambas... ¿Rivales? No, la verdad no lo eran, solo era una niña celosa de su amor platónico que sólo la usaba como juguete contra una chica que odiaba justamente a ese chico más que a cualquiera, esa era la verdad, pero la engreída veía en Kyoko, digo, Sora, una terrible amenaza- ¿Crees que podrás conseguir lo que quieres? -se acerca amenazante pero sin perder esos aires de niña malcriada y la mira de pies a cabeza con desdén y se rie con burla, luego agarra un mechón de sus cabellos, no cuidados y para nada suaves o esponjosos como los suyos-Él no va a caer en tus trucos, mirate, no estamos al mismo nivel...

Con fuerza, la otra agarró la muñeca de la niña mimada y con la apartó, asustandola, luego la miro con frialdad.

-Tienes razón, no estamos al mismo nivel... -se acomodó el cabello, la miró con pena y suspiró- Yo no ando desperdiciando mi vida, arrastrándome por un chico que ni si quiera vale la pena...

Las otras dos chicas que eran espectadoras se quedaron admiradas con las palabras de la "becada corriente" y se sentían tocadas.

- Qué...

- Ninguna chica merece ser el juguete de nadie, menos de un niño ignorante como ese... -suspira-¿No te cansas de ser solamente para el un títere manejable?

- Tú...

- Te compadezco... -le dio palmadas en el hombro y se quería ir, las otras dos chicas sin pensarlo se acercaron a ella y la... ¿Seguían? Sí... ¡La estaban siguiendo!

Skip Beat: Luces, cámara y... ¡Amor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora