La Primera Mujer.

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Kaiba entró a la cocina junto a la bella mujer, poco le importó cerrar y asegurar la puerta que daba salida al balcón. La tomó nuevamente por la cintura y plantó otro dulce beso en los carnosos labios de ella.

Sonrió coqueta, era algo que tanto había anhelado en secreto y poco le estaba importando el sostener este tipo de acciones con su jefe.

Entre tantos besos estáticos, ella hundió sus manos en la espalda del CEO adentrándose bajo la gabardina del hombre, Seto también aprovechó dichas acciones comenzando a arrastrar lentamente los tirantes de la chica abriéndose paso para contemplar por momentos las preciosas pecas impresas en los femeninos hombros.

–Tienes la piel más hermosa que he visto y sentido.– susurró al oído de ella infundido en sentimiento.

–Esto no es nada.– aseguró coqueta con una pícara sonrisa.

Se alejó con suspenso hacia la salida de la cocina y éste la atrajo hacia él al momento de alcanzarla por la muñeca.

–¿A dónde crees que vas?– cuestionó autoritario.

–¿A dónde se atreve a seguirme, Señor Kaiba?– sonrió pícaramente de lado desprendiéndose de él.

Volvió a tomarla por detrás de sus caderas, la giró y volvió a besarla tomándola en brazos esta vez. La cargó con sus bien definidos brazos por los aires y subió las escaleras besándola apasionadamente, la rubia envolvió sus piernas al torso del CEO y se desprendió de sus tacones.

Llegaron a la recámara del empresario y con suavidad ambos de recostaron sobre la cama, Seto se posicionó sobre ella y fue cuando entonces comenzó a besar con pasión el pálido cuello de la chica, desembocando en sus clavículas y aferrándose a la figura femenina.

–Ah...– escapó con sigilo de los labios de ella al sentir el miembro del hombre en su entrepierna completamente erecto.

Llegó hasta los senos de la rubia, la blanca blusa mantenía bien definidos aquellos redondos atributos, siguió besándolos con pasión sin siquiera llegar hasta los pezones que ahora se encontraban entumecidos y erectos de igual manera.

La gabardina de él salió volando fuera del cuadro de la acción, la blusa de ella también salió sobrando y entonces ambos quedaron sin sus prendas superiores dejando únicamente la falda de ella y el ajustado pantalón de él.

Se detuvo para contemplar su rostro, pechos, cabellera y hombros, era mágico, realmente jamás había visto a semejante belleza anteriormente como ahora lo hacía.

Ella notó que las pupilas del CEO se expandieron notoriamente y sonrió triunfante. Conocía aquel dicho sobre las pupilas dilatadas y quería pensar que era verídico.
La regresión de Ishizu cruzó por la mente de Kaiba recordando y enfatizando cuando observó al Sacerdote hacer el amor fervientemente con la doncella, amándose apasionadamente y recorriendo lo senderos del cuerpo de cada quien.

–No puedes ser real...– susurró despacio sin apartar su mirada sobre ella.

Sonrió con felicidad, esta vez no dudaba acerca del gusto hacia el castaño, era más que claro que él la mantenía cautivada aún y cuando su comportamiento llegó a ser bastante apático alguna vez.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora