Por Amor.

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Kaiba se encontraba una vez en el Antiguo Egipto, dentro de aquél elegante palacio en el cual el Faraón Atem y el Sacerdote Seth junto al padre de la doncella se encontraban reunidos con el consejo real del palacio.

-...Mí hija ha fallecido, faraón y además le falló.- comentó el padre de la difunta joven.- No tengo nada más por ofrecerle a cambio de una alianza segura, lo lamento tanto.

-Descuide, mí señor. La alianza sigue en pie.- replicó el admirable moreno de cabello tricolor.

-¿¡Cómo puedes mostrarte tan tranquilo cuando hemos sufrido una pérdida!?- cuestionó el Sacerdote Seth con amargura y enojo.- ¡Es totalmente claro que pasas todo esto por alto, Atem!

-Te recuerdo, Seth, que quien menos tiene palabra aquí eres tú.- se defendió severamente.- No hay nada por hacer mas que encontrar su cuerpo y darle una honorable sepultura.

-No lo veo conveniente, faraón. Mí hija fue infiel a su oferta y a su persona, no la creo merecedora de ello.

-¡¿Cómo te atreves...?!- Seth se encontraba totalmente furioso ante las líneas que el padre de la joven había musitado.

-¡¡Ya basta, Seth!!- estruendo la varonil voz del faraón.- ¡Encontraremos el cuerpo y daremos una merecida sepultura! ¿Quedó claro?

-Sí, mí faraón.- respondieron todos al unísono.

El fiel sacerdote se encontraba atónito y lleno de rabia con un rostro dibujado de amargura y enojo. El consejo real salió de la elegante y espaciosa sala dejando a Seth y al faraón dentro del lugar encontrándose ambos en un incómodo silencio que les envolvía por completo.

-Nunca pensé que pudieras ser capaz de ello.- resonó la ahora tranquila voz del honorable hombre.

-No pediré disculpa, si es lo que estás esperando, Atem.- tragó saliva.- Me enamoré de ella en el preciso momento en el que sus ojos se posaron sobre los míos, incluso desde mucho antes que ella me mirara, su belleza natural me cautivó.

-Puedo entenderlo.- contestó Atem mirando a lo lejos desde una de las enormes ventanas que dejaban entrar gran cantidad de luz a la sala.- Una persona no correspondida no puede competir contra el amor verdadero que dos almas se poseen y se corresponden.- pausó.- Pero no puedo creer que esto pudiera ocurrir, me extraña tanto de ti.

-Sabes que hemos estado en constante rivalidad, Atem.- complementó el atractivo hombre de azulados ojos.- Sé que no es razón para haber hecho tal cosa pero yo me enamoré realmente de ella, tú sólo debías cumplir con tu parte hacia las tierras galas.

-Tal vez eso era lo que parecía demostrar, Seth.- habló con un aire de tristeza en su masculina voz.- Antes de conocerla, Isis me habló de las características de la muchacha, su belleza resultó ser incluso mucho más sorprendente de lo que Isis me había hablado.

-Hablas únicamente de la belleza...

-...Porque no tuve la oportunidad de conocer su corazón.- respondió sin dirigirle mirada alguna.

Kaiba no podía creerse que su amada había muerto en cuanto empezaban a conocerse, le dolía el hecho de que le daba a pensar que era eso por lo que muy probablemente no lograron coincidir en la actual vida, ahora pasada para la joven rubia.

En un repentino momento, pudo observar como Seth escapaba de sus aposentos a la media noche con cautela y silencio, le siguió hasta ir a dar a las afueras del gran palacio y comenzó a buscar el cuerpo o algún rastro de la chica por todos los alrededores y los rincones del lugar. No obtuvo resultado alguno lo cual le hizo convencerse por completo de que el cuerpo habría sido consumido por la arena o que algún ladrón o vagabundo pudo habérselo llevado, ya que aquella vez que salió cabalgando en busca de ella en cuanto el accidente ocurrió, tampoco había tenido éxito alguno.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora