Blanco Platino.

308 19 12
                                    

– • — • – • – • — • – • – • — • – • – • — • – • –

Ella se despidió del muchacho con una cortada sonrisa, él difícilmente soltó la suave mano femenina, debía comprender por la fuerza que ella y únicamente ella debería cumplir con aquella dichosa profecía que la morena había comentado con anterioridad.

La majestuosa bestia se posaba sobre la fortaleza Von Schroeder, sus salvajes ojos posados sobre la rubia y su cuerpo siendo turbado por los múltiples ataques de los feroces monstruos, claramente podría apreciársele gravemente irritado muy dispuesto a abalanzarse hacia ella y asesinarla de un sólo bocado.
Tomó el cetro con una mano y lo alzó a los aires mientras que con la otra portaba aquel huevo aparentemente petrificado, ambos objetos brillaron y violentamente el feroz dragón blanco descendió con rapidez para postrarse ante ella y rugir en su rostro. "¡Almendra!" exclamó Kaiba con significancia y temor de perder a la mujer que ahora amaba con libertad aparente, ella en cambio se sentía mística, centrada al cien en aquella bestia con la que ahora trataba de comunicarse mentalmente. La bestia cedió al no mirar movimiento ingenuo en ella, parecía comprender o al menos eso era lo que parecía ser, lentamente colocó su cabeza en el suelo ante ella de tal manera que la rubia se acercó hasta el animal, extendió su mano y cuidadosamente obtuvo contacto sobre el pálido morro.
Seto Kaiba se encontraba anonadado, ni siquiera él mismo siendo poseedor y podría decirse que hasta el Padre de Dragones pudo tener contacto con la bestia cuando recién le había traído al mundo real, sus emociones se mezclaron con agitación: sorpresa, temor y nervios, resultaba ser definitivamente un cóctel para una violenta revoltura estomacal.

Almendra sonrió cálidamente mientras acariciaba la dura coraza, sintió la inmediata conexión que estableció con la bestia, era como si ambos hubieran vuelto a reencontrarse a través de los siglos, a través del tiempo, a través de millones de vidas y reencarnaciones. Rodeó con cuidado para tratar de subir por el ala izquierda y antes de que pudiera poner una mano encima ésta fue interceptada inesperadamente por castaño, de inmediato el dragón gruñó estruendoso ante tal movimiento para el entonces extraño.

–¿¡Qué tienes pensado hacer, Tn__!?– cuestionó desesperado a la joven.

–Debo subir, Kaiba.– contestó ella con semejante tranquilidad.– Tú deberás dirigirte a detener a Sigfried, no sabemos qué más tenga planeado hacer.

–¡Es demasiado peligroso!– no podía contener el terror junto con los mortales nervios que carcomían su persona por temer a perderla.– ¡Almendra...!

–Estaré bien, mí amor.– estiró sus gruesos labios en una dulce sonrisa.– Ve a por él, nos veremos dentro de un rato.

–¡Almendra, quiero proponerte algo!– exclamó desesperante.

–¿Ah?– arqueó sus gruesas cejas.– ¿Me propondrás ir a cenar después acaso?– sonrió bromeando.

–¡Basta de juegos! ¿¡Quieres!?– sus nervios ante ella comenzaron a aflorar.– ¡Quiero proponerte que seas mí novia! ¡Que seas oficialmente mí pareja!

Qué momento tan inoportuno para semejante propuesta, ella no estaba segura de qué sentir en ese mero preciso instante, mucho menos se sentía segura de aceptar tal propuesta tan apresurada y poco romántica.

–Hablaremos luego, Kaiba.– reprendió agachando la mirada.– Ve por Sigfried, cuida a Mokuba y a los demás, te lo pido de favor.

–Me dices esto como si no volvieras a vernos en un futuro.

–No seas tonto.– regañó.– Nos reencontraremos.

–¿¡Qué!?– la observó alejarse tratando de subir por el ala de la bestia.– ¡Almendra! ¡ALMENDRA! ¡No contestaste nada acerca de lo que te he dicho!

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora