Desgarradores Ojos Azules.

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Seto Kaiba solicitó emergencia médica urgente para trasladar el frágil cuerpo hacia la mejor atención de toda la ciudad, nada más y nada menos que tratándose y hablando del costoso Hospital de Kaiba Corp.

Una vez allí, unos cuantos pisos bajo su oficina, el CEO entregó a la mujer a dos de los mejores y más eficaces doctores de todo el hospital dejándoles sumamente en claro que si no conseguían poner a la chica a salvo les costaría desde su contrato hasta su misma reputación y profesión.

Saliendo de aquella fría sala de espera, tomó a Ishizu violentamente por la muñeca derecha y le acorraló severamente contra el mentolado muro.

–¿¡QUÉ LE HAS HECHO!?– cerca del rostro de la egipcia su voz causó estruendo.– ¡DAME UNA MALDITA RESPUESTA QUE ESTOY SUMAMENTE HARTO DE TI Y TU HECHICERÍA!

–¡Kaiba! ¡Kaiba, por favor...! ¡Yo sólo le quise mostrar lo mismo que a ti!– se justificó con rapidez y nerviosismo.– ¡¡Tenía la intención de que se diera cuenta acerca de su más antiguo pasado!!

–¿¡CON QUÉ MALDITA FINALIDAD!? ¿¡¿NO PUDISTE CONTAR CON QUE DICHA IDIOTEZ PODRÍA CAUSARLE TALES EFECTOS?!? ¡¡RESPÓNDEME ISHTAR!!

–¡No puede ser grave...!

–¿¡COMO PUEDES ENCONTRARTE TAN SEGURA ACERCA DE ESO!? ¡¡LA MISMA ABERRACIÓN PUDO HABERLE CAUSADO UN INFARTO DEBIDO A TODO AQUELLO QUE OBSERVÓ EN TU ESTUPIDA REGRESIÓN!!

–¡No era mí intención!

Un fuerte estruendo e impacto de ambas puertas de atención médica contra la pared fueron presenciadas por el empresario y la egipcia, se trataba de Mokuba Kaiba junto con Roland quien se encontraba respaldando al pequeño.

–¡¡Hermano!!– corriendo entró a escena apresurándose hacia él.– ¡¡Me apresuré lo más rápido que pude en cuanto Roland me comunicó acerca del suceso!!– observó a Ishizu con irritación para nuevamente dirigirse a su hermano mayor.– ¡Dime que se encuentra estable, por favor!

Era mágico observar a su pequeño hermano preocuparse por alguna otra persona que no se tratara de él, pudo encontrar dentro de sus grisáceas orbes el auténtico cariño y la inocente preocupación hacia el estado de la mujer.

–¡Dime algo, Seto!– insistió desesperado.– ¿O es que acaso...?

–¡NO, MOKUBA!– era la primera vez que se dirigía con más fuerza de la normal hacia su pequeño hermano.– ¡No... Digas eso!

–¿¡Entonces...!?

–Aún no me dan resultados detallados.– contestó un poco más apacible.– Richard y su asistente afirman no tratarse de nada grave pero... La manera en la que la encontré tendida en el suelo parecía demostrar lo contrario...

Mokuba, por su parte, se percató de lo sensible que se encontraba su hermano mayor ¿quien diría que entre tanto caos encontraría una mínima semilla de bienaventuranza y amabilidad? ya que su hermano se mostraba sumamente preocupado por ella.

–Hermano.– habló el pequeño azabache.– Salgamos un rato de aquí, debemos...

–No.– contestó sin trémulos.– Debo permanecer aquí, Mokuba.– poco le importó al castaño que su pequeño hermano tuviera la posibilidad de enterarse o sospechar acerca de lo que sentía por ella.– En cuanto a ti, Ishizu.– señaló con su dedo indice a la egipcia.– ¿Qué hiciste con ella?

–Kaiba, te he tratado de decir millares de veces que...

–¡NO!– la explosión de ira y enojo mezclados con temor volvió a hacerse presente dentro del empresario.– ¡NO PUDO HABER SIDO ÚNICAMENTE LA REGRESIÓN, COMPRENDE!

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora