Nueva Invitación.

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Llevamos al canino al mejor veterinario de todo Domino, me había comprometido ya a pagar por la estancia en el Hospital de Kaiba Corp. lo cual no era cualquier cosa a saldar y ahora a salvarle el pellejo a un perro, estaba realmente consciente de que no me arrepentiría jamás de haber gastado más de un yen en la recuperación del animalito.

El veterinario nos pidió regresar dentro de una semana mientras revisaba y curaba al lindo animal de cabellos lacios y pintos a lo que yo accedí rápidamente.

Me despedí de Mokuba a la vez que le agradecía cálidamente el haberme acompañado hasta el veterinario y haber esperado.
Accedí a mí departamento, quité mis ropas de labor y tomé una cálida ducha en la bañera al mismo tiempo que repasaba mentalmente el día transcurrido.

* * *

Fuertes golpes mañaneros a la puerta me hicieron despertar de un brinco haciéndome caer violentamente al suelo soltando al mismo tiempo un quejido. Abrí la puerta tratándose del hombre de la correspondencia.

-Vine a traerle un paquete.- comentó al momento que me brindaba una caja rectangular de no más de diez centímetros de alto.

-Hola, sí, buenos días.- hablé sarcásticamente.- ¿Quien le envía?

-El Sr. Maximillion Pegasus encargó redundante que el paquete llegara hasta sus manos, señorita.

-Vaya... Muchas gracias supongo.- me llevé una mano a la cabeza en gesto de confusión.

El hombre agradeció haber recibido el paquete y enseguida se retiró. Abrí el paquete con cuidado y resultó ser un disco cromado. Me dirigí a colocarlo en mí computador para averiguar sobre qué se trataba cuando de pronto la pantalla se tiñó automáticamente de negro.

-¡Saludos, mí bella amiga!- se trataba de un video en el cual Pegasus se había adueñado de mí pantalla en su totalidad.

-¿Pe... Pegasus?- incrédulamente tartamudee sin poder evitarlo.

-¡Así es! ¡Soy yo!- meneó sus platinados cabellos con su mano derecha.- Me alegra que aún no se haya olvidado de mi, señorita.

Mis ojos de engrandecieron al darme cuenta que efectivamente el video era en tiempo real, algo que era sumamente impresionante y difícil por creer. A los pocos segundos volví en sí y dándome cuenta de que me encontraba en pijama, sin una gota de maquillaje y recién despertada me sobresalté a lo que Pegasus entendió al mero momento de mí reacción.

-Está bien, querida, no tienes porqué preocuparte por el atuendo con el que cuentas ahora mismo.- dijo con su típica voz aduladora.- Verás,- cambió de tema rápidamente.- el motivo de este medio de comunicación es para hacerte presente de que se llevará a cabo una elegante velada este sábado, dentro de unos días más para ser preciso. Por tal motivo, vuelvo a requerir de sus servicios musicales, mí bella musa ¿Podría llevar a cabo dicho favor? Claro que habrá una remuneración de por medio.

-Cla...claro que sí, por supuesto. La tarima dónde se colocarán las cajas de sonido...- apenas contesté siendo rápidamente interrumpida.

-Esta vez ocupo un servicio musical un poco más... Elegante.

-Elegante...- repetí procesando la información de manera lenta en mí cabeza.

-Confío en que su sabiduría musical le sugerirá qué hacer. Con la palabra "elegante" me expreso a que por medio de un instrumento musical más discreto pueda ser empleado para este evento.- sonrió de lado. -Aún tenemos un tema pendiente que ambos debemos tratar y aclarar, espero no lo olvide.- se refería claramente a la manera en la que vino a dar aquella invitación a mí residencia.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora