Mientras Permanezcas.

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Kaiba me tenía en brazos mientras sus ojos dejaban caer unas cuantas lágrimas al mantenerme aferrada a su cuerpo, resultaba algo demasiado extraño tenerme de esa manera, sobre todo si era Kaiba quien se expresaba de ese modo, era confuso y lo único que me mantenía un tanto asustada era que volviera a caer en su juego, me confiara para después confundirme y terminara quebrando mí corazón nuevamente, decidí mantener distancia pese a que estar en sus brazos me hacía sentir bastante bien. El hecho de haber pasado algunas regresiones a su lado y con comodidad no quería decir que en el presente debiera de sentirme igual a su lado, sin duda alguna le amaba pero no podía ya dejarme llevar por ese sentimiento.

–Debemos de detener todo este embrollo.– hablé a Ishizu reincorporándome cuidadosamente y percatándome de la situación de afuera.– Zigfried se salió de control, al parecer no tiene remedio alguno.

–Eres la salvación del momento, Almendra.– respondió sabihondamente.– Tal y como lo fuiste alguna vez en la antigüedad, al igual que el Faraón Atem, debes de serlo en el presente.

–Estoy consciente de ello.– comprendí sintiendo enseguida la mano de Kaiba apretujar mí mano derecha. No quise voltear a mirarle.

–Debe haber alguna manera alterna.– habló Kaiba entrometiéndose a la conversación.– Tal vez la tecnología de Corporación Kaiba pueda...

–¡Exacto!– exclamé dedicándole una sonrisa y una mirada expresivas causando un leve rubor en sus mejillas.– ¡Kaiba, eres un genio!

Tomé su mano pidiéndole que se colocara de pie para que pudiera ayudarme a lo cual enseguida comprendió. Me apoyé de su espalda, volver en sí era algo pesado, y tomé su mano.

–¡Tengo que ir a Kaiba Corp!

–¿¿Tienes??– arqueó su ceja derecha en pos de confusión.– ¿¿Qué necesitas estar haciendo ahora mismo allí?? El sistema ha sido hackeado y muy bien lo sabes.

–Kaiba... El Dragón Blanco de Ojos Azules...

–¿¿¡Ah!??– sorprendido comprendió lo que yo quise darle a entender.

–Sí... Necesitamos ir allí.- jaloneé su brazo para comenzar a correr.

Sentí un estirón violento y fuerte que me hizo devolverme hasta él, tomó ambas de mis muñecas colocándome a tan solo centímetros de él.

–¿¡Acaso estás loca!?– me gritó ferozmente.– ¡¡No puede ser que no pienses!! ¡¡No puede ser que aún así quieras dirigirte al peligro!!

–Kaiba.– musité en voz suave su nombre mientras mis muñecas comenzaban a doler de poco en poco.– Pero debo...

–¡¡Tú no debes hacer nada!!– replicó subiendo su tonalidad de voz.– ¿¡Qué piensas hacer exactamente!? ¿¿Hablar con un monstruo??

–Kaiba, esto no es lo que...

–¡Aquella bestia que se encuentra en el último suelo de Kaiba Corp. puede resultar fatal! ¡Por algo se encuentra enjaulada! ¿¡O acaso no piensas!?

–Seto, por favor...– trataba de desprender mis manos de las suyas.

–¡Parece que alcohol te ha dejado secuelas!– burló.– ¡No puede ser posible que no puedas reaccionar y no puedas ser racional!

–Las cosas no son así, Seto.

Hablé con unas cuantas lágrimas en mí rostro, realmente no estaba en la posición de ser tratada de esa manera después de haber visto todo aquello en aquellas regresiones a mí vida pasada. Yugi, Mokuba y Pegassus llegaron al lugar enseguida sin pronunciar palabra alguna pese a que los alaridos del castaño de hacían presentes en el lugar.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora