Hasta Siempre.

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Abrió sus ojos despertando en una cama de hospital, obsequió el primer suspiro a sus pulmones y de manera sosa giró varias veces su cabeza para discernir en qué lugar se encontraba. Giró hacia su izquierda percatándose de la presencia de Seto Kaiba quien se mantenía sentado en profundo sueño.
Trató de postrarse de manera que pudiera quedar sentada en la cama, la cabeza le dolía terriblemente, sobre todo en el área de las sienes, sentía como si una gran roca le hubiera hecho añicos.
El castaño comenzó a agitarse un poco de tal manera que consiguió despertar con lentitud, al abrir sus ojos observó a Almendra mirándole con un gesto confundido y un ceño fruncido.

–Me alegra tanto que estés bien.– mencionó buscando la mano de la chica.– Finalmente estás a salvo aquí, a mí lado.

–No sé qué pensar al respecto de lo que sucedió ésta madrugada.– comentó ignorando los comentarios ajenos.– Comienzo a creer que estaba bajo efectos de drogas y todo lo que vi, experimenté y sentí solo resultaron ser un mal viaje pese a una sobredosis.

–Suena totalmente absurdo.– se quejó.

–Pero podría darse el caso.– dijo.– Morir dos veces en una sola noche, eso sí resulta ser absurdo e increíble.

Kaiba rió ligeramente ante tales palabras, no sabía ya cómo reaccionar ante la mujer que amaba, tenerla presente sin correr peligro o riesgo alguno resultaba ser increíble. Tomó ambas manos de la chica y comenzó a acariciarlas con suavidad y delicadeza, significando cuanto le añoraba y le amaba.

–Aún no me acostumbro al nuevo color de tu cabellera...– habló un tanto nervioso y ésta tomó uno de sus mechones para analizarlo.

–Es una tristeza que él también se haya sacrificado por traerme a la vida.– mencionó.– No sé a quien le toca...

–A nadie más porque ya no hay necesidad de que este tipo de cosas sucedan.

–Entiendo.– tragó saliva para dirigir después su mirada hacia la ventana.– Estamos en el Hospital de Corporación Kaiba ¿cierto?

–Sí, así es.

–Recuerdo que había que saldarte las estancias que estuve aquí.– rió ligeramente.– Ya no pude saldar nada, todo se fue de las manos.

–Nunca quise que realmente me pagaras los servicios medicos que se te brindaron.– comentó.– Simplemente quería seguir manteniendo contacto contigo y no dejar de verte ni un sólo día.

Ella frunció el ceño completamente extrañada y confundida, se le había figurado ser la manera más infantil y un tanto estúpida de mantener la compañía y presencia de otra persona.

–Quiero irme a casa ya.

–Vámonos de una vez entonces.– se adelantó.– Vámonos a encerrarnos por un rato y estar solos tú y yo.

–Quiero ir a MÍ casa, Seto.– recalcó.– No quiero ir a otro sitio, quiero pasar tiempo con mí pequeña hermana y mí madre, estuve a punto de dejar de verles para siempre.

El CEO irguió su mirada templada, no quedó de otra mas que ordenar su alta después de que los medicos profesionales se hubieran cerciorado del bienestar de la joven.
Kaiba se ofreció a transportarle personalmente hasta su residencia, durante el trayecto la chica se mostraba sumida en su totalidad dentro de sus pensamientos o era solamente que su mirada se encontraba fija en el cristal que daba a observar un montón de árboles, personas e incluso aves en las afueras.

–Espera.– habló el castaño sin mirarle.– Hay algo que quizá no me has dicho, ¿cierto?

–¿Qué podría ser?– cuestionó con ignorancia.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora