La Casualidad de un Encuentro.

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Me vi obligada a despertar más temprano de lo normal para sacar a dar un paseo a Verano, no había conseguido dormir mis horas requeridas de sueño pese a que estuve llorando casi toda la noche entera después de tremenda paliza verbal que el castaño me había obsequiado. Mí madre pensó que había salido en la noche nuevamente a beber y que el estado de mí rostro se debía a la tremenda resaca que quizá me estaba cargando en ese preciso instante.

"Cuánto desearía que el alcohol estuviera causando estragos a estas horas del día dentro de mi."– me comenté a mi misma.– "Una resaca es preferible pero casi igualable a un corazón roto, a excepción de que el amor, al parecer, ya no me hace querer vomitar."

Para colmo debía verle dentro de un par de horas, era mí jefe, dueño de una de las corporaciones más poderosas y grandes del mundo, cuanto desearía que se fuera de viaje o simplemente haber evitado aquella acción del día de ayer.

Y como cualquier día de la semana, llegué temprano a mí lugar de trabajo, saludé al amable Roland, tomé el ascensor y accedí con dificultad a mí oficina, temía encontrarme con aquellos penetrantes ojos que tanto cautivaban mí alma y que tanto me hacían perder la noción de mí alrededor.

Escuché un fuerte portazo y cerrando los ojos deseando que aquella presencia fuera ajena a la de Seto Kaiba, esperé por la respuesta.

–¡¡¡Tn___!!!– exclamó una vocecita contenta y eufórica acelerarse hacia mi con velocidad.– ¡Sé que es bastante temprano y discúlpame si acaso viene algo soñolienta, pero tenía ansias de verte!

–Mokuba.– expresé con un suspiro de alivio.– No me esperaba que fueras tú a tan temprana hora del día.

–¡Seto y yo apenas llegamos!– trepó a la superficie de mí escritorio.– ¿¡Cómo les fue ayer!?

–¿¿Cómo??– arqueé una ceja despectiva.– ¿¿Realmente tú...??

–¿En verdad pensaste que había sido casualidad tu encuentro con mí hermano?– sus ojos se agrandaron de manera estupefacta.– ¡El guiño de mí ojo no era solo porque sí, Almendrita!

–¡Sinvergüenza!– exclamé a regañadientes.– ¿¡Qué te sucede, Mokuba!? ¿¿Te das cuenta que me dejaste a solas con tu hermano mayor??

–Sí, así es.– contestó de lo más fresco junto con un aire de superioridad, típico de los Kaiba.– Y curiosamente los encontré en casa.– sonrió de lado.– ¿Qué tanto hacían?

Su rostro se tornó en un gesto verdaderamente pícaro creando en mi un bochorno automático de gran intensidad que pude sentir como mis mejillas se encendían sin piedad alguna. Unas ganas enormes dentro de mi surgieron de confesarle sin temor alguno que solo nos habíamos roto el corazón mutuamente, bueno, mejor dicho que su preciado hermano había hecho garras mis sentimientos.

–Solamente conversábamos en el balcón de la cocina del segundo piso.– contesté una obvia mentira.– No hablamos mucho, pero le conocí aún mejor.– Y vaya que sí.

El pequeño Mokuba sonrió triunfante, confiado y muy complacido, de verdad que muy distinto de Seto era también más que claro que su esencia Kaiba aún la conservaba.

–Creo que puedo decirte las cosas tal y como son, Tn___.– mencionó satisfecho.– Me gustaría bastante que mí hermano se fijara en alguien cómo tú, y al decir esto te estoy entregando la indirecta más directa de que ese 'alguien' eres tú, obviamente.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora