La Mansión.

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La rubia contemplaba con suma calma la hermosa invitación en sus manos como si estuviera sosteniendo algún diamante ruso y fino.

–Veamos...– habló para sí misma comenzando a leer la invitación.– ¿¡Pero qué es...!?

Gran sorpresa se llevó al percatarse de aquella línea que solicitaba a los invitados una rigurosa compañía para aquel día.

–Bueno,– musitó con confianza.– se supone que iré a encontrarme con Pegasus, así que... ¿En ese caso soy yo su acompañante?

La misma pregunta colapsó en su mente una y otra y otra vez hasta que el pequeño Mokuba irrumpió frenéticamente dentro de la oficina de la chica causándole a ésta un susto repentino.

–¡Tn__!– exclamó gustoso.– ¿Te parece si hacemos algo en cuanto salgas de laborar? No sé, ir por un helado tal vez, recuerda que esta vez te toca a ti pagar.– sonrió.

–¿Eh...? Ah... Sí, Mocky. No veo el porqué no...

–¡Genial! ¡Le diré a Seto que nos acompañe! Sirve que se despeja por un rato de todo aquel trabajo que debe mantener en mente a causa de su próxima innovación.

Oh no...

La chica de ojos almendrados debía inventar alguna excusa con el fin de no toparse con el castaño ese mismo día, después de haber reñido como un par de novios, reencontrarse y "reconciliarse" iba a ser algo muy incómodo al menos para ella.

Antes de que Almendra pudiese detenerle, Mokuba salió disparado dando brinquitos de emoción para llegar hasta la oficina de su hermano mayor e invitarle a pasar la tarde juntos. Dentro de unos cuantos minutos después, Mokuba regresó feliz notificándole a la rubia que los tres se encontrarían en aquel delicioso lugar al cual habían acudido con anterioridad cuando Mokuba pagó por la cuenta de ambos. Desde luego la chica cuestionó el por qué de no encontrarse aquí mismo a lo que el pequeño azabache simplemente respondió con que tenía deberes que atender fuera de la corporación, tal parece que el pequeño Kaiba comenzaba a seguir el camino de un hombre de negocios como Seto.

–"En las estupideces que me vengo involucrando por aceptar a ciegas."– habló en su mente.

No le quedó algún otro remedio que asentir a duras penas y dejar que su día transcurriera normalmente. A la salida, ella se dirigió hacia aquella deliciosa heladería. Mientras tanto, Kaiba salía de la corporación hacia la misma dirección que ella.

–Roland, si alguien llega a buscar por mi avísales que no llegaré hasta mañana.– ordenó caminando hacia la salida y colocándose su gabardina blanquecina.

Bajó los escalones y caminó con normalidad y sin apuro hasta llegar al lugar. Antes de entrar y a tan solo unos metros de distancia, se topó a la rubia mujer de ojos almendrados. Buscó con la mirada a su pequeño hermano y sin obtener rastros de éste, la chica ya se encontraba observándole con un gesto de confusión.

–No ha llegado Mokuba.– habló Seto Kaiba acercándose aún más con indiferencia.

–No necesitas repetirme lo que ya sé.– devolvió la indiferencia al hombre, éste sólo chasqueó los dientes.

Tras unos cuantos minutos de silencio, la chica sugirió con discreción al castaño tomar una pequeña mesita para poder sentarse mientras esperaban al pequeño. Kaiba revisó su celular y mágicamente se encontró con un mensaje de parte del niño.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora