Trabajo nuevo.

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Había conseguido dormir alrededor de seis horas y cuando desperté y fui a darle los buenos días a Bakura encontré el sofá completamente sólo. Bakura se había despertado antes que yo y me había dejado una nota:

"Mil gracias por haberme dejado pasar la noche aquí y preocuparte por mi, al mismo tiempo me disculpo por lo que sucedió hace unas horas antes, nunca tuve ninguna mala intención y mucho menos contigo, espero puedas considerar aquello que hablé y te confesé ya que me siento muy emocionado y a la vez nervioso. Nos vemos luego, Tn_____. Que tengas un buen y hermoso domingo, justo así como tú.
-Ryo Bakura"

Precisamente eso no era la mejor dedicatoria que me han dado en la vida, de hecho, me hacía ponerme más indecisa e insegura de lo normal pero de igual manera ¿a quien engaño? Podía decir abierta y fácilmente que Bakura me gustó junto con su piel de seda, sus bailarinas manos y junto con su semblante de animal en celo que conocí exactamente hace unas horas. Todo me hacía indicar que debía pensar bien en mí siguiente movimiento.

Preparé el almuerzo aún y con rápidas escenas que corrían repentinamente por mis ojos de lo que había sucedido, necesitaba un consejo y una opinión, decidí hablar con Tea por teléfono.

-¿Tea?
-Hola, Tn_____, buenos días ¿no crees que aún es muy temprano?
-Es medio día, casi la 1:00pm.- contesté cínica.
-Oh bueno, tal vez soy yo con una ligera resaca.- bromeó.- ¿todo bien?
-Algo así...
-Explica eso.- ordenó.- Por cierto ¿llegaste bien a casa? Solo recuerdo que te fuiste junto con Bakura y...
-Es, precisamente, acerca de eso de lo que quería hablar, Tea.- interrumpí rápidamente.
-Te escucho.
-Él y yo estuvimos a punto de tener relaciones sexuales cuando llegamos a mí apartamento.
-¡Uy!- exclamó coqueta.- ¿Y qué tal el inglés, eh?
-Estuvimos a punto.- recalqué seria.
-Oh...- suspiró.- Es cierto, cuéntame.

Estuve hablando con Tea por casi una hora entera. La castaña me convenció de dejar que las cosas se dieran por si solas pero que si yo no tenía intención alguna con él se lo dijera cuanto antes, al parecer ella y el resto de mis amigos tenían conocimiento de lo que siente Bakura por mi ya desde hace tiempo antes de que siquiera yo lo sospechara y al parecer, se encontraba terriblemente flechado hacia mi. Esto último era ya un problema.

Al día siguiente asistí a mí lugar de trabajo enterándome de la terrible noticia de que el hotel cerraría debido a la escasa cantidad de gente que reservaba allí y es que no era uno de los mejores lugares para hospedaje, no era lujoso, no era moderno, ni llamativo. Nos dieron la noticia de que esta semana sería la última semana de labor, debía ponerme a buscar algún otro trabajo cuanto antes.

Al llegar a casa me puse lo más rápido posible a buscar trabajo por internet. Encontré vacantes de oficina en empresas que quedaban un tanto retirado del centro de Domino, alguno que otro hotel de la zona y por qué no, también mandé solicitud en recepción a Kaiba Corp. Tenía la facilidad de que conocía a Mokuba, Mokuba era el dueño no legítimo pero si se enteraba de que quería laborar en Kaiba Corp. tal vez me ayudaría a ser contratada, de cualquier manera no quería tomar esa ventaja en nuestra "amistad" así que decidí guardármelo y no comentarle nada a menos de que fuera necesario.

Decidí salir a correr un rato al parque para despejarme, olvidaba que debía pagarle a Kaiba la estancia en su hospital de lujo, ésa precisamente era una carga tamaño combo familiar que debía saldar, quien sabe qué maldad podría crearme si dejaba las cosas pasar. Corría sumida en mis pensamientos con los audífonos puestos, tal parecía que ni ejercitándome olvidaba las complicaciones. Me detuve para poder respirar y ventilarme un poco mejor y cuando subí la vista me encontré frente a frente con Kaiba, quien me miró frío sin murmurar ni una sola palabra, ésa mirada que siempre me ponía nerviosa y que hacía mí corazón tener una ligera taquicardia. Rápidamente divisé más adelante una limusina color blanco brillante, ahora entendía el porqué estaba "desprotegido" en vía pública.

-¿Que no vas a hablar? ¿O acaso te comieron la lengua los ratones?- me miró por sobre su pecho, era un hombre muy alto.
-Hola, Set...- interrumpí.- Kaiba.
-No pensé que fueras de las personas que se ejercitan, regularmente te la pasas emborrachándote de fiesta en fiesta.
-¿Disculpa?- arqueé una ceja recobrando mí posición, no dejaría que me hablara en ese tono de voz.
-¿O es que acaso me equivoco?- sonrió de lado arrogantemente.
-Al parecer te importa demasiado.- hablé con seguridad.- Es curioso que te metas tanto en mí vida si tienes cosas mucho más importantes por hacer que estar metiéndote en la vida de una persona insignificante como yo ¿no lo crees?

A Kaiba se le borró esa estúpida sonrisa de su maldito y perfecto rostro creando un silencio prolongado, debía aceptar que era un hombre bastante atractivo pero con una personalidad repugnante.

-Me informaron en la corporación acerca de los nombres de las personas que solicitaron para la vacante de recepción.- habló.- Entre todos los candidatos estabas tú.
-¿Y?
-Si realmente quieres el puesto preséntate el próximo lunes a primera hora, niña.- se dio la media vuelta para marcharse y se detuvo rápidamente mirándome sobre su hombro.- Una cosa más,- añadió.- olvídate de trabajar en la Corporación Kaiba si alguna vez te presentas en estado de ebriedad o con resaca. Quiero gente seria no gente inmadura y estúpida.

Se marchó dejándome boquiabierta con las palabras en la punta de la lengua, sólo miraba cómo se alejaba mientras su impecable gabardina blanca levitaba en los aires. Quería agarrar la primera cosa que encontrara a la mano para arrojársela con todas las fuerzas que mí coraje tenía almacenado.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora