El Camino al Cielo.

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Sus manos se aferraron violentamente por toda mí cintura, al no tener escapatoria cedí sin siquiera intentar detener aquel apasionado beso. Tomé su rostro como si temiera a que aquella escena se desvaneciera resultando en un lívido sueño.

Parlé su nombre y miré a sus ojos color zafiro mientras sostenía su rostro con ambas manos. Estábamos a tan solo centímetros de distancia y nuestro calor corporal eran tan bien percibido aún y cuando poseíamos nuestras ropas encima.

–Cállate, no quiero escucharte.– reprochó sin siquiera pestañear.– No sé ni siquiera si lo que siento será beneficioso a la larga pero deberé arriesgarme, aún y cuando pueda resultar herido.

–No resultarás herido, Kaiba.– me aferré aún más hacia él.– Te conozco lo suficiente, sé que tienes miedo pero créeme que yo...

–Te quiero a ti.– completó la frase.

Sentí como su escultural anatomía se posaba sobre mi haciéndome acorralar contra el gran objeto de madera. Sus labios danzaron con los míos, eran definitivamente los labios que querré besar por siempre. Sus manos comenzaron a explorar mí espalda como si fueran estrellas fugaces vagando descontroladas a través del cosmos.

Esta vez me aferré yo a él, era demasiada emoción para un sólo cuerpo y no sabía con exactitud como canalizarla, sentía que me faltaba, que necesitaba aún más y que no era suficiente la manera en la que trataba de dejar afuera toda aquella energía que recorría mí cuerpo.

Bajó sus manos hasta mis glúteos haciendo presión intensa sobre ellos para que yo contara con el impulso necesario para dar un ligero salto. Nuevamente, mis piernas de aferraron a su torso justo como aquella vez que estuvimos en su mansión a solas. Subió los escalones cuidadosamente y en un momento rápido se posó en los escalones que encaminaban a la tercera planta solamente para poder besarme nuevamente.

–¿Qué haces, Kaiba?– cuestioné al momento de poseer el cuerpo del castaño entre mis piernas.

–No podía aguantar un momento más sin tus labios.– habló junto con un suspiro agitado.– Perdóname si te asusté.

Se embistió aún más sobre mi, tener su cuerpo sobre el mío lo era todo. Seto Kaiba, quien ahora mismo se encontraba vistiendo nuevamente su gabardina, la dejó de lado una vez más con suma impaciencia.

Posados sobre uno de los escalones, nos importó muy poco el lugar en el cual nos demostrábamos amor y todo aquello que sentíamos el uno por el otro.

–Ven.– y tomó ambas de mis piernas nuevamente para hacerlas posarse alrededor de su espalda lo más fuerte posible.

Busqué con mí mano derecha sus cabellos y lo atraje hacia mi sin importar lo que se encontrase hablando, correspondió a mí beso, yo también me encontraba sumamente sedienta de él.

La tormenta se intensificó allá afuera, sabía que esta noche muy probablemente no regresaría a casa, sabía que muy probablemente recibiría el día de mañana un fuerte regaño por parte de mí madre sin mencionar las cercanas 20 llamadas perdidas, si no es que más, por parte de ella.

–"Lo siento, madre."– pensé mientras dejaba que los labios del castaño se posasen sobre mis senos.– "Perdóname por siempre ser un problema, pero ahora mismo no puedo y no pienso contestar."

No era un paso al Infierno, mí madre nunca fue tan estricta o atormentante, sabía a lo que me enfrentaría a la mañana siguiente y realmente era algo que estaba decidida a sobrellevar. Este momento era sumamente mágico, no dejaría a un lado las caricias y besos de Seto Kaiba, ni mucho menos lo que siente por mi.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora