Encuentro Inesperado.

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Después del almuerzo, la ducha y dar con mí ropa que casualmente se encontraba en perfecto estado y completamente limpia gracias a la ayuda de las sirvientas de la mansión, nos dirigimos a Kaiba Corp.

Mokuba ya nos esperaba en el edificio y en cuanto llegáramos, marcaría rápidamente a mí madre inventando una frívola mentira y luego a Tea para que pudiera apoyarme con ésta. A propósito, interrogué a Kaiba durante el trayecto acerca de la ropa que dejamos esparcida en el suelo y resultó que él a muy temprana hora del día se había levantado personalmente por ella para recogerla y evitar que el pequeño azabache observara el desorden, ya que Mokuba suele levantarse muy temprano de igual manera.

–Hemos llegado, señor.– anunció Roland estacionando la limusina frente a la corporación.

–Perfecto. Abre la puerta a la señorita, Roland.

Éste asintió rápidamente y de un salto salió del asiento y abrió la puerta del carro. Primeramente bajé yo y enseguida bajó Seto Kaiba... Tomándome de la mano.
Sentí mis mejillas arder y unos cuantos piquetes en mis pómulos, seguidos de un vuelco significativo a mí corazón. Comencé a temblar nerviosa de manera muy leve, tenía que aplacar mis emociones.

En cuanto nos aproximábamos hacia los escalones de la entrada, ambos nos percatamos de dos hombres con enormes cámaras profesionales que comenzaron a tomar fotografías de manera impertinente y descarada. Comenzaron a aparecer uno que otro poco a poco como si se tratara de un acto de magia.

¡Demonios!– susurró Kaiba para sí mismo apartando su mano de la mía y sin considerar que fue lo suficientemente fuerte como para que yo pudiera escucharlo y sentirlo de igual manera.

Sin poner suficiente cuidado a ello me dirigí al baño en cuanto pisamos el primer piso.

–¿Tardarás?

–No me esperes, Kaiba.– hablé dirigiéndome al salón.

–Pero...

–Sí, sí tardaré. Nos veremos en la oficina.

Dejando solo de pie al CEO, accedí inmediatamente al baño. Una vez allí adentro, comencé a marcar a mí madre de la cual ya contaba con al menos unas 37 llamadas perdidas si no es que más. Durante la espera de su respuesta y con el celular en mano y oreja, me dirigí al espejo a revisarme la cara ya que pese al corto tiempo con el que contábamos en la Mansión Kaiba, había pasado por alto el utilizar maquillaje solo por apresurarnos a llegar.

Observé ojos, pestañas, cejas, piel y todo estaba en correcto estado, ni una sola imperfección salvo a unas pequeñas ojeras. Revisé la herida del labio llevándome la grata sorpresa de que la yaga se encontraba por dentro al borde de la salida del labio.

–¡Bien! Casi cicatrizando.– exclamé triunfante a mi misma.

Y mientras perdía mí mirada en el espejo escuché de repente que aquella repetición telefónica se detenía audaz dejando abrir paso a una voz maternal.

–¿Se puede saber en dónde te encuentras?– cuestionó la mujer de manera severa y muy estricta.

–¡Madre! ¿Có... Cómo sabías que mí número era...?– me encontraba sumamente nerviosa al respecto, era la primera vez que mentía en nombre de una persona masculina.

–Es el número de tu celular, Tn__. Y además, recuerda que eres mí hija y que naturalmente debo tener tu número guardado.– respondió.– Ahora contéstame la pregunta que no pienso hacerla dos veces si ya escuchaste bastante bien. Dime en dónde y con quien.

Por alguna extraña razón me sentía acorralada aún y cuando no estaba realizando acto de presencia.

En la cama con Seto Kaiba, madre.– tenía tantas ganas de contestar pero semejante línea sólo revoloteó por mí cabeza.– Me encontraba con Tea, mamá.– respondí finalmente.– Salí de la oficina y me encontré a Tea caminando junto con Yugi y entonces decidimos irnos a cenar algo.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora