De Vuelta.

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Sentía un inocente berrinche aflorar en mí interior, el saber que quizá Seto Kaiba había sido enterado de mí reacción al momento de cruzar esa puerta, era una total vergüenza para mi, en mí vida había sentido semejantes celosy además, era muy rara la ocasión en la que se daban.

Una imagen fugaz llegó a mí mente: Maximillion Pegasus. ¿Qué habría sido de él? Era algo desesperante que infundiera tanto misterio y suspenso cada que requería de mis servicios musicales pero que a partir de ese tipo de eventos no supiera más después. Luego recordé y comprendí que es un hombre de riquezas, puede tener y conseguirse a quien quiera cuando él quiera y yo no sería la única persona a la que cortejaría.

–"Hombres..."– murmuré a mi misma con irritación.

Para mí sorpresa, alguien tocó a mí oficina, accedí su paso y entró aquella hermosa egipcia de fríos ojos glaciares. Saludé rápidamente en cuanto dejaba el asiento y la encaminaba hacia la oficina del castaño.

–Señor Kaiba,– hablé abriendo la puerta.– la Señorita Ishtar ha llegado.

–Adelante.– habló con una tonalidad bastante fría y seca.– Tn__, ocupo que vayas a revisar con sumo cuidado el salón en el cual se está llevando a cabo el proceso de construcción del proyecto que te platiqué.– Me entregó unos cuantos papeles para fichar y marcar en una tabla.

–Entendido.– tomé los documentos fugazmente.

–Recuerda que si algo sale mal el peso y las consecuencias recaerán en ti y tu salario.– aquí íbamos nuevamente.

–Entendido.– volví a afirmar y enseguida salí de la oficina dejándolos solos por completo.

Yo, quien estaba tan dispuesta a encontrarme al tanto de los movimientos que podrían ser escuchados y definidos desde mí oficina, me daba cuenta fácilmente que lo que él realmente quería era un momento a solas con la morena. Sin más, di por sentadas y confirmadas mí mar de dudas.

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Mientras tanto, Kaiba e Ishizu se encontraban en profundo silencio dentro de la habitación.

–¿A qué has venido ahora? Espero que estés consciente de que mí tiempo es valioso.– recargó sus brazos en el escritorio para posar su rostro en sus manos.

–Te doy una oportunidad más, Kaiba.– la mujer se contemplaba tranquila y serena.– Puedo darte una visión más si así lo deseas.

El castaño reaccionó rápidamente ante aquel comentario abriendo sus ojos descomunalmente y haciendo que sus pupilas se contrajeran.

–No sé por qué insistes tanto, Ishtar.– habló orgullosamente.– Yo no tengo...

–Sabes a la perfección que tienes sumo interés y me he dado cuenta de la razón.– la morena no era distraída, había observado cómo dejaba ir a la rubia con recelo y una pizca de temor en sus ojos.

–No sé de qué demonios hablas...– reprendió desviando su mirada y girando su asiento hacia el enorme cristal que regalaba una bella vista a todo Domino.

–Tómala o déjala.– habló.– Puedes elegir descubrir o puedes elegir quedarte con la duda.– comenzó a tentarlo.– Hacerte el orgulloso no sirve de nada en estas situaciones.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora