Pasado Virtuoso.

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Había conseguido salir del hospital alrededor de las 6:57pm, la hora de mí salida de labor había sido aproximadamente casi una hora antes. Me habían informado que aquellos fuertes dolores no habían resultado ser graves pero que en cualquier momento de tremendo susto pude haber pagado mí vida con un paro cardiaco.

Durante el tiempo que me encontré postrada en aquella fría camilla de hospital, no dejaba de repasar continuamente todas aquellas extrañas imágenes que había presenciado después de que la mujer se había aparecido ante mi cuando justo curioseaba por el último piso de la Corporación Kaiba. Algo más que me mantenía alertamente en duda era aquella aterradora presencia dentro de la gigantesca jaula de sólido material, un enorme dragón blanco de ojos azules, exactamente como aquella favorita bestia del CEO que se manifestaba cada que éste realizaba su magnífica jugada.

Estaba consciente de que la tecnología del apático hombre era sumamente avanzada, quise tratar de convencerme de que era un simple espejismo, solamente un holograma realista avivado con lo último en tecnología de duelo de monstruos, pero no, había algo, especialmente "algo" que mantenía en constante duda aquel avistamiento que recién había presenciado.

Por supuesto, Mokuba Kaiba no podía faltar en mí día, el carismático y dulce niño de cabellos azabache irradió con fulgor toda la fría habitación hasta convertirla en un lugar muy acogedor, se cercioró dramáticamente de que no faltara nada para mi, que la cama estuviera perfectamente acomodada a mí gusto, que la almohada se encontrara en el punto exacto de comodidad para mí espalda y cabeza, que un saludable vaso de agua purificada y fresca no faltara en mis labios y para antes de irse, se aseguró con un tierno beso en mí frente que si necesitaba algo no dudara en pedírselo lo más mínimo que éste se tratara. ¡Cómo desearía que Kaiba Mayor fuera exactamente de la misma manera que Kaiba Menor! O tan siquiera que los papeles se invirtieran.

Cambié mí ropa, de cualquier manera pregunté el importe a pagar por si las dudas y en recepción me comunicaron que la cuenta corría por Seto Kaiba, exigí saber el monto pero la tediosa mujer se negó rotundamente.
Me encaminé sin éxito alguno hacia la salida, caminaba a toda prisa con mí maquillaje brutalmente deshecho, decidí acceder a un baño de la corporación y como si se tratara de un mapache salvaje puse en comparación mí rostro con la figuración antes mencionada. Lavé mí rostro tratando de no hacer daño grave a mí piel y enseguida salí de allí.

–Debo irme de aquí antes de que me miren en esta imagen.– hablé apresurada hacia la salida.– No quiero tener que toparme con Kaiba nuevamente para arriesgarme a que me quiebre el corazón más de lo que ya lo tengo, mucho menos encontrarme nuevamente con la egipcia, no sé de qué otras cosas pueda ser capaz esa mujer.

Justamente antes de ser libre, una voz femenina pronunció mí nombre completo, temblé y los nervios volvieron a florecer en mi, era nuevamente ella.

–Por favor,– hablé temerosa.– déjame ir, te lo ruego.– quise llorar pero traté de evitarlo a toda costa.

–Necesito que puedas escucharme.– habló con suma seriedad en su tono de voz.– Sé lo que estás pensando, no quiero hacerte daño.

–¿¡Qué es lo que quieres de mi!?– me volví hacia ella preparada para cualquier posible peligro.

–Que puedas detenerte a escuchar.– alegó.– ¡Tengo mensajes que comunicarte! ¡Palabras que necesitas entender! ¡Personas que debes reconocer y otras de las que debes de cuidarte!

Esto último captó mí atención en gran parte haciéndome detener al instante, aún poseía gran inseguridad acerca de lo que la mujer pudiera hacerme si me confiaba.

–Por favor,– alcanzó mí brazo con temor.– déjame mostrarte aquello que necesitas ver. Las imágenes de tu pasado virtuoso.

–¿Mí pasado?– arqueé una ceja.– O sea que... No, no lo creo...– un repentino pensamiento de la figura de la princesa regresó a mí mente para después reencontrar a Ishizu con la mirada.

Polos Opuestos. (Kaiba y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora