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Después de diez minutos Joel, Hernán, Mariano y yo estábamos en la cama de Hernán viendo televisión. En esos escasos diez minutos habíamos pasado por varias peleas entre Hernán y Mariano, sobre todo por ver quién tenía el control de la tele.

Terminamos por ver Buscando a Nemo, ya que era lo único a lo que aceptamos todos.

-Espero que esta vez no se lleven a Nemo- dijo Mariano.

Sonreí mientras Joel le hablaba.

-Mariano, ya te dijimos que en las películas siempre pasa lo mismo, no pueden cambiar-

-Claro que podría, si Nemo no toca el bote...-

Hernán blanqueó los ojos, un gesto que hacía muy a menudo.

Joel se frotó la cara.

-Ok, Mariano-

Reí.

Hubo unos segundos de silencio y a continuación Hernán suspiró.

-Che, hagamos otra cosa. Me sé la peli de memoria y ya me harta-

-¡Vamos por helados!- chilló Mariano sonriente.

Los mellizos se miraron a los ojos un momento, parecían mantener una charla telepática y terminaron por asentir con la cabeza al mismo tiempo.

-Dale-

-Vamos, en cuanto Ty esté listo-

-Pero hay que buscar otra cosa que hacer. Vamos al patio-

-¡Sí!- gritó Mariano mientras salía corriendo del cuarto de Hernán.

Hernán apagó la tele y salimos detrás de Mariano.

El patio era enorme, en serio GIGANTESCO. Estaba cubierto por césped fresco y verde, todos los bordes tenían flores y árboles plantados.

-Saca la pelota Mariano- ordenó Hernán.

Mariano salió disparado a un pequeño cobertizo en la esquina izquierda del patio.

-¿Sabes jugar futbol?- me preguntó Hernán.

Asentí con la cabeza.

-No te creo- dijo sonriendo mientras meneaba la cabeza.

Fruncí el ceño.

-Pues pronto lo harás-

Hernán sonrió.

-¿Chicos?- escuché una voz lejana.

Hubo unos segundos de silencio.

-¿Escucharon eso?- preguntó Joel.

-Sí...-

-¿Chicos?-

-Es Ty- dije mientras corría al interior de la casa.

-¿Ty?- pregunté al detenerme al pie de las escaleras.

-Dian-

Miré arriba de las escaleras y vi a Ty apoyado en la baranda mientras sonreía.

Abrí mis ojos como platos al ver a Ty. Estaba... Diferente.

Nunca lo había visto con otra cosa que no fuese la bata del hospital, sin contar que al salir de él estaba todo vestido de gris.

Tenía puesta una camisa roja a cuadros y un jean gris con unas converse rojas. Su cabello castaño enrulado seguía un poco húmedo por la ducha y el rojo de su camisa resaltaba sus ojos azules. Se veía... Lindo.

-Eh... Vamos a tomar helado- dije mientras subía las gradas para ayudarlo a bajarlas.

-Genial- dijo agarrándose a la baranda, bajando con cuidado los escalones.

Al terminar de bajar las gradas me situé junto a él, por si acaso.

-Apúrense, che. Media hora tardan- dijo Hernán dirigiéndose a la puerta de la casa.

Salimos a la calle y Ty se las arregló muy bien fuera, unos cuantos metros.

Casi se mata cuando se tropezó en un declive de la acera, pero por suerte alcancé a agarrarlo junto a Joel.

-Creo que debería...- empecé a decir.

Ty asintió.

-Sí... Lo siento Dian-

-No lo sientas, me gusta ayudarte. Ahora...-

Pensé un poco cómo lo iba a guiar. No podía hacerlo como lo había hecho en el hospital, ya que parecería que Ty estaba tomado. Así que opte por agarrarlo de la mano.

-Eh...- escuché a Ty en un susurro.

Cuando giré mi cabeza para verlo noté que estaba colorado.

Sonreí y empecé a guiarlo.

Caminamos dos cuadras sin problema hasta llegar a la heladería. Una vez allí comprobé que Mariano realmente probaba todos los sabores antes de escoger. Yo pedí un helado de limón y Ty uno de mora. Hernán pidió uno de mango y Joel de chocolate.

Cuando Mariano decidió tomar uno de pistacho salimos de la heladería con rumbo a la casa.

No sé si simplemente no lo había notado antes o si la gente no lo hacía en el camino de ida, pero de camino a la casa pude notar cómo la gente se quedaba mirando a Ty.

Algunos le dedicaban miradas furtivas, mientras otros no se molestaban en disimular siquiera e incluso giraban la cabeza como el exorcista para seguir mirándolo.

Apenas habíamos caminado la primera cuadra y ya tenía ganas de matar a todo el que se quedase mirándolo como si fuera algo del otro mundo ver a una persona ciega.

Por suerte llegamos a la casa en cinco minutos y entramos al instante, supuse que los mellizos también se dieron cuenta del interés de la gente. Por supuesto, el pequeño Mariano ni se dio cuenta, estaba demasiado ocupado comiendo su helado como para ocuparse de otra cosa.

-¿Qué les parece ir al patio?- preguntó Joel.

-Sí, claro- contestó Ty.

-¡Juguemos!- gritó entusiasmado Mariano.

-Sólo no llores cuando pierdas- dijo Hernán con una sonrisa de superioridad.

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*Hola queridos lectores!!:)

Muchas gracias por sus comentarios y votos... Y por compartir la historia, claro:)

Espero sigan participando tan activamente de ella como lo has hecho hasta ahora ¡Créanme que leo cada comentario y me sacan una gran sonrisa con ellos!

Los amo un montón!!<3 :)

Hasta el próximo capítulo!!:) <3*

No me mires así  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora