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Estaba almorzando en mi casa mientras charlaba con mis papás.

-¿Cómo te fue en el proyecto de historia?-

-Bien-

-¿Y cómo está Fabri?-

-Bien-

Mi mamá me miró un tiempo mientras yo esparcía un poco la comida.

-¿Cómo estás tú?-

-Bien-

Sonrió mientras ponía su mano encima de la mía.

-No, no estás bien- sonrió tristemente –Soy tu madre, a mi no me engañas-

Volví a desviar mi vista al plato de comida.

-Entiendo, enana. Ahora no quieres hablar de eso, pero tendremos que hacerlo después- sonrió mi papá frotando mi mejilla.

Asentí.

Después de almorzar a mi mamá se le ocurrió que podríamos quedarnos en casa, haciendo un maratón de Netflix. Sonreí en cuanto lo dijo, fue una gran idea.

Hicimos pochoclo y nos sentamos en el sillón de la sala con unas mantas. Empezamos a ver una película cómica.

Esa mañana había despertado con la esperanza de que todo fuese solo un mal sueño, claro que no se cumplió. Fui al colegio, todo normal.

Les conté a mis amigos, pero ya no lloré al hacerlo. Había llorado tanto el día anterior que ya no quería hacerlo.

Vimos películas hasta las cuatro y media, ya que tocaron la puerta.

Mi mamá fue a abrir y cuando me di la vuelta para ver por qué se tardaba tanto, vi a mis amigos entrando con varios dulces, helado, mis películas favoritas y una caja de chocolates.

Sonreí al verlos y casi se me escapan unas lágrimas.

-Sorpresa- sonrieron Fabri, Mari y Cris.

Y dos lágrimas se me escaparon.

-Gracias chicos- sonreí mientras me paraba y nos dábamos un abrazo grupal.

Fuimos a mi cuarto después de que saludaran a mi papá.

-Sabes que siempre estaremos aquí para ti- sonrió Fabri.

-Puedes contar con nosotros para lo que sea- aumentó Mari.

-Y siempre que nos necesites vendremos al rescate- terminó Cris.

Fruncí mis labios, tratando de retener las lágrimas.

-Gracias chicos, en serio-

Mari me abrazó.

-Si quieres desahogarte está bien, seremos ese hombro que necesitas para llorar cuando estés triste-

Asentí.

Charlamos un buen rato, con ellos haciéndome reír como loca por todo lo que hacían.

-No saben cuánto los amo chicos- sonreí.

Mi celular comenzó a sonar y en la pantalla vi el nombre de Joel.

Contesté al instante y lo puse en altavoz.

-¿Hola, Joel?-

-Hola Dian... Me preguntaba... ¿Quisieras venir hoy? Creo... Creo que podríamos jugar o...-

-No lo sé, Joel... Estoy con mis amigos y...-

-Podrían venir también, sería genial que vinieran. También vendrán Mauri, Juli, Tris y Sara-

No me mires así  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora