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Mientras charlaba con Hernán revisé mi chaqueta. Estaba totalmente empapada.

"Tonto Samu, la que te espera el próximo entrenamiento"

-¿Quién es él?- preguntó de la nada Hernán.

-¿Quién?- fruncí el ceño, confundida.

-Un chico detrás de tu amigo preguntó si era él ¿A quién se refería?-

Pensé un momento mirando al frente, en serio tengo pésima memoria.

Por fin recordé a lo que se refería.

-Ah, Tyler. Preguntó si tú eras Ty-

Apreté mis puños alrededor de mi chaqueta. Me dolía mucho pensar en él.

Estaba intentando concentrarme en cosas positivas, así me rompería menos.

-Oh-

Vi que él también ejercía más fuerza al volante, seguramente porque lo afectaba tanto como a mí.

Cuando paramos en un semáforo rojo giró hacia mí y vio mi chaqueta.

-No va a secar, por lo menos no hasta mañana. Ya está oscureciendo-

Asentí.

-Lo sé-

Volvimos al camino cuando el semáforo cambió.

Mi celular sonó y revisé la pantalla.

Era un mensaje de Tris.

Qué flojera contestar...

Giré hacia la derecha, viendo por la ventana.

Llegamos a la casa a las seis y diez.

Parqueó el auto en el garaje y bajamos de él.

Entramos a la casa y vi a Mariano, sentado en el sofá, levantar la vista de una Tablet.

-¡Dian! ¿Ya jugamos?- preguntó emocionado.

-¡Ya es tarde!- sonrió Joel desde el segundo piso.

-¡Me prometieron que jugaríamos!- se quejó el pequeño.

-Lo sé, lo sé. Solo bromeaba. Vamos a jugar, para algo están las luces del jardín. Adelántense, Sara y yo ya vamos-

-Está bien-

Salimos al patio y Hernán tocó un interruptor en la pared. Se iluminaron los seis faroles en los bordes del jardín.

-Hace frío, voy por mi chompa- dijo Mariano corriendo dentro de la casa.

Mientras yo iba al centro del patio, Hernán fue al cobertizo.

Sacó la pelota de futbol mientras yo frotaba un poco mis manos y brazos.

En el camino me había puesto el pantalón deportivo de mi uniforme, por suerte ya que me hubiera congelado.

-¿Tenés frío?-

Me giré a verlo.

-No-

Rio.

-Eh, que mal mentís. Vamos, te doy mi chaqueta-

Se dirigió a la casa.

Me quedé viéndolo unos segundos.

-¿Venís?- preguntó sonriendo en la puerta.

-No tengo frío- repetí encogiéndome de hombros.

Caminó hacia mí y me tomó los brazos.

-Epa, pareces congelada. Vamos Dian, si te hace calor te sacás la chaqueta después-

No me mires así  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora