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Después de dos horas de entrenar voleibol estaba en la puerta de Ty. Eran las once y había visitado a Luan en la mañana antes de ir a entrenar. Me quedaría a almorzar en el hospital. El dueño del hospital había sido un gran amigo de mi abuelo, que era doctor, así que conocía a mi familia y nos dejaba almorzar dentro, siempre y cuando sea lo mismo que almorzaría mi prima, para no hacerla antojar. Era un señor muy dulce.

Toqué la puerta y esperé. No quería entrar de repente, sería un tanto grosero. Pasó un tiempo y volví a tocar.

-Ty, soy Dian ¿Puedo pasar?-

Escuché un estruendo al otro lado de la puerta.

-¿Ty? ¿Está todo bien?-

Empezaba a preocuparme.

Cuando me decidí a abrir la puerta ésta se abrió y se asomó un amigo de Ty, Mauricio... ¿O Mario? No era buena con los nombres.

-Hola Dian-

Tenía el pelo castaño desordenado, por lo que supuse que había dormido allí.

-Hola... M... ¿Ma...?-

-Mauri- sonrió –Pasa-

Abrió un poco la puerta. Mientras la abría mi mente se debatía entre entrar o no, decidí hacerlo.

Al entrar lo primero que vi fue a un chico rubio de cabello desordenado y ojos color miel sin polera y en jeans, en una pose heroica al medio de la habitación.

Abrí los ojos como platos. Tengo que admitir que tenía unos buenos abdominales y era lindo, pero no me interesaba él para nada. Además que no me esperaba verlo así apenas abrir la puerta, se notaba que lo había planeado.

-Hola Dian- me sonrió –No sabía que vendrías-

Tenía un tono un tanto arrogante. Seguramente pensaba que ya me tenía.

-Ah ¿Acabas de despertar?- pregunté mirando su pelo despeinado.

-Sí... No me esperaba que vinieras-

-Pues que extraño que eres ¿Duermes con jeans? Es un poco tonto en mi opinión y por si acaso leí una vez que jeans tan apretados como los que estás usando dañan la circulación, así que tal vez ahora mismo a tu cerebro le falte sangre. Eso explicaría algunas cosas- sonreí con suficiencia.

Abrió la boca y los ojos de la impresión, no se esperaba mi respuesta.

-¡Te la hizo!- chilló divertido Mauri mientras todos reían, excepto Trevor... ¿Así se llamaba?

-Muy buena, Dian- me dio el puño J...Ulian. Julián, sí.

Ty no paraba de reír.

-Voy a vestirme- dijo el rubio un poco avergonzado entrando al baño.

-Perdón, ¿Cómo era que se llamaba?- pregunté.

-Tristan- contestó Ty sonriendo –Muy buena, Dian. ¿Tris estaba sin camisa?-

-Y en jeans- asintió Juli.

-¡Le diste una lección!- rio Mauri –Nunca lo olvidaré-

Sonreí.

Empezamos a charlar de temas al azar como en qué colegio estábamos, nuestros hobbies, etc.

Después de un tiempo Tris se unió a la charla. Parecía que la lección que le había dado no le sirvió de nada, porque seguía coqueteándome y yo seguía rechazándolo sutilmente.

-¿Y qué estaban haciendo cuando conocimos a Dian?- preguntó Juli.

-Me estaba leyendo- dijo Ty.

Los tres lo miraron confundidos.

-¿En serio?-

-Sí-

-¿Por qué se sorprenden?- pregunté.

-Porque Ty no es muy de libros... Ni nosotros, lo admito- dijo Mauri.

-Dian ¿Y si lees?- preguntó Ty.

-¿Qué?-

-¿Y si nos lees a todos, ahora?-

Había llevado el libro, pero no con la intención de leerles a cuatro chicos de mi edad.

-Sí, Dian- dijo Tris –Creo que nos podrías hacer gustar la lectura-

-Pero... Tendría que empezar el libro de nuevo, para que entiendan- me excusé.

-No importa, no les diré nada- dijo Ty –Además, sé que les gustará el libro que me escogiste para leer. Es muy bueno, en serio, tienes muy buen gusto-

-Pero...-

-Por favor, si Ty se interesó en un libro, debe de ser muy bueno- dijo Mauri.

Leer para un chico enfermo en un hospital era completamente diferente a leer para un chico enfermo y tres chicos completamente sanos de la misma edad que yo. No quería leer porque me iba a sentir como toda una madre o abuela leyendo para ellos, y probablemente me pondrían nerviosa con sus miradas fijas en mí.

-Vamos, Dian- pidió Tris.

-Yo...-

-Chicos, si no quiere está bien. No vamos a obligarla- dijo Ty.

Respiré hondo.

-Está bien, les leeré- decidí.

Sonrieron.

-Gracias, Dian-

Me senté en la silla de siempre y los tres chicos se sentaron en el suelo en frente mío. Definitivamente me sentía como una madre leyéndoles a sus cuatro hijos, o como un cuentacuentos.

Suspiré y comencé mi lectura

Los cuatro me escuchaban atentamente y perdí el nerviosismo de antes. Los tres fueron envueltos por el libro al igual que Ty y se veían muy interesados.

En un abrir y cerrar de ojos era la una y media y debía irme.

-Lo siento chicos, hora de irme- dije guardando el libro.

-No... Por favor, quédate un rato más... Moriré por el suspenso- dijo Ty.

-Sí, un capítulo más- dijo Mauri.

-O dos- continuó Tris.

-¿En serio debes irte?- preguntó Juli.

Sonreí.

-Sí, lo siento. Adiós chicos-

-¿Vendrás mañana?- preguntó Ty.

-Sí, claro-

Sonrió.

-Adiós Dian-

Me acerqué y le di el puño.

-Bye Ty-

-Chao, Dian- se despidieron.

Les di el puño.

-Bye, chicos-


No me mires así  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora