Capítulo 9. ¿TE GUSTA LO QUE VISTE?

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Maratón 1/4

No puedo creer que por fin, después de tanto tiempo esté por conocer a Daniel

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No puedo creer que por fin, después de tanto tiempo esté por conocer a Daniel.

Parece que fue ayer cuando comenzamos a escribirnos con tonterías de nuestro día a día. Y como siempre, cuando el amor toca la puerta de nuestro corazón, no sé en qué momento me enamoré de él. Parecía una locura enamorarme de una persona por solo sus letras, pero no tengo la culpa de que las suyas fuesen siempre tan acertadas. Sus continuos mensajes me hacen reír, me alegran el día, me emocionan cada vez que llegan. Me apoya todo lo que puede a través de mis exámenes, e incluso me ayuda a estudiar por llamada de Skype. Cuanto lamento que mi cámara se haya dañado, aunque nos enviamos muchísimas fotos, nunca será igual que poder hablar en video en vivo.

El día que me dijo que tendría una cita, mi corazón se partió y allí fue cuando supe lo mucho que lo quería.

Estuve deprimida por varios días, tratando de actuar normal cuando me escribía, pero fue imposible disimular todo el tiempo, y ese buen domingo, ¡Dios, bendito y maravillo domingo!, cuando él frustrado por mi actitud me confesó que me quería. El pobre había creído que yo estaba enamorada de alguien más y de allí mi lejanía. Los mismos días que yo había pasado sufriendo por él, los había pasado él sufriendo por mí. Así que después de ese fantástico domingo cuando no hicimos más que mandarnos palabras de amor, fotos lanzándonos besos y fantasear con los abrazos y besos que nos queríamos dar, fue cuando comenzamos a planear encontrarnos.

Sus padres no son de mucho dinero, y viviendo tan lejos deberíamos reunirlo. Mi madre y mi papá jamás me dejarían viajar esa distancia y mucho menos para conocer a un chico. Todo quedó dependiendo de Daniel. Pero él, como siempre, asumió la responsabilidad.

Nuestras noches se vuelven madrugadas mientras hablamos, los días se convierten en tardes, y las tardes anochecen entre mensajes y mensajes. Incluso Pacita me ha reprochado haberme alejado de ella, pero en cuanto le conté y le mostré los mensajes y las fotos, hasta ella terminó suspirando por conseguir a alguien como Daniel.

Me enamoré como una idiota de él y no me da miedo admitírselo, porque él mismo dice que está más enamorado que yo. Muchas veces incluso se deprime porque piensa que nuestro amor, tiene demasiada distancia entre nosotros. Me dijo que las ganas de abrazarme, de besarme y de incluso hacerme suya, lo agobian día y noche. Y con esa frase, fue cuando nuestras conversaciones comenzaron a tornarse más... profundas.

Cuando descubrió lo mucho que me avergonzaba ese tipo de conversaciones, molestarme se convirtió en su principal placer, y con el tiempo, aunque nunca perdí la pena, aprendí a responderle. Ahora no solo fantaseábamos con abrazos y besos, sino también con caricias y orgasmos.

Aún recuerdo cuando me anunció que se iría de vacaciones de Semana Santa y que no podría hablar conmigo por mensajes. Me entristecí, porque mi mamá se iría donde mis abuelos y mi papá Stuart, aprovecharía de visitar a su familia. Yo me quedaría sola y había pensando en hablar con él en todo momento, en una eterna llamada que durara todas las vacaciones. Cuando sentí las lágrimas picándome en la garganta me llegó una foto de un pasaje. Daniel, en su mejor dote de actor, me había engañado. Si se iría de vacaciones de Semana Santa: me vendría a visitar. Se quedaría en la casa de un amigo, pero con mis mejillas ruborizadas le ofrecí la mía, ¿Por qué no? Finalmente estaría sola, y quería aprovechar su compañía todo el tiempo que pasase en mi ciudad. No tuve que insistirle mucho, al fin y al cabo deseaba esto tanto como yo.

No Juzgues La PortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora