Capítulo 32 . ¡Qué pasó ayer?

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Mis abuelos seguían en Portland, el clima mejoró pero mi abuela cayó enferma con una fuerte gripe y sin embargo, a pesar de su malestar viajarían de acuerdo a lo planeado. Llegarían a casa el sábado. El señor Fernando les ofreció el cuarto de huéspedes cuando ellos mencionaron que llegarían a un hotel porque no llegarían a la misma casa que Stuart. El señor Fernando no aceptó un no por respuesta y podía ser muy testarudo cuando quería, así que mis abuelos aceptaron sin tener más opción.

Fue una semana muy agotadora. el viaje nos dejó a todos sin energía y de igual forma tuvimos que asistir a clases, hacer las tareas, presentar los exámenes, en fin, la vida siguió su rumbo normal a pesar de nuestro cansancio.

No sé qué clase de relación existía entre Gabriel y Marypaz, pero después del viaje volvieron a actuar como desconocidos y eso cargaba de un humor de perro rabioso a Gabriel.

—¡Anda por favor!—me insistía Marypaz por teléfono.

—No lo sé, he tenido tantas malas experiencias con ese grupo...

El toque que Rámses estuvo la semana pasada organizando para la banda de Cólton, quedó programado para el viernes y Pacita insistía en ir.

—Esta semana ha sido una mierda... ¡por favor Mia!

—Estará Marié y sabes que la detesto—me quejé.

—Después de la última vez dudo mucho que se acerque a ti, hubieses visto a Rámses como la puso en su sitio, ¡casi la hizo llorar Amelia!. Rámses estaba tan molesto que la miró como si le pudiese torcer el cuello en un solo movimiento. No sé cómo a ella no le dio miedo.

—¿Y que le dijo?—pregunté curiosa.

—Bueno... él le dijo que por qué no lo dejaba en paz, que si ella creía que regresaría con ella. Y ella le dijo que ya se le iba a pasar lo que sentía por ti, porque todos querían una princesa de día y una... ya va que esto tengo que decirlo exacto... ¡ajá! Que todos querían una princesa de día y una fiera de noche y que tu no tenías nada de fiera y que Rámses se aburriría.

—¡Esa perra!—chillé

—Y entonces Rámses se le acercó como si fuese a matarla y le dijo que era verdad que todos querían una princesa de día y una fiera en la noche pero no una zorra. ¡BUM!—exclamó entre risas.

—¡Ese es mi francés!—reí emocionada

—Y le hubiese dicho hasta del mal que se iba a morir – sífilis- pero Gabriel lo apartó.

—No puedo creerlo—decir que estaba feliz por enterarme de eso era poco—, la puso en su lugar.

—Y después de que la puso en su lugar se encierra contigo en el baño y regresan los dos recién duchaditos... Amelia, le partió la madre, el padre y todo el árbol genealógico—Marypaz estaba tan emocionada como yo.

No Juzgues La PortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora