Me llamo Amelia, y hace un año me enamoré perdidamente de Daniel, un chico que me cautivó y me hizo vivir la mejor de las historias de amor, pero también la decepción más grande que una chica puede pasar: una violación. Y hoy, a pesar del tiempo no...
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Casi una hora después Rámses estacionaba frente a una disco al otro lado de la ciudad de donde se encontraban Hayden, Fernando y Mike. No era la primera vez que ellos se escapaban, pero esperaban con mucha fe, que fuese la primera vez que no los descubrieran. Al parecer era algo así como un juego interno entre ellos y los tres amigos.
Dejamos los teléfonos en la casa para evitar que pudieran seguir nuestros pasos y programamos el envío de las fotos de nosotros acostados en nuestras respectivas camas en pijamas, para que a determinadas horas fuesen publicadas en nuestras redes sociales.
La forma como las mentes de los hermanos O'Pherer pensaban, tan fría, calculadora... premeditada, asustaba. Pero más me preocupaba era que a pesar de todo, siempre los terminaban consiguiendo, bueno, aunque no siempre, solo las veces que menos importaban según palabras de Gabriel.
Rámses pagó por nuestras entradas e ingresamos. Era un sitio tan igual a cualquier otro sitio nocturno, con las luces que marean y la música que ensordece, con la gente bailando y tomando, con los chicos cazando a las chicas. Aunque estaba bastante concurrido aún no se podía hablar de hacinamiento. Rámses entrelazó nuestras manos y me llevó hasta la barra, no habían mesas disponible por lo tarde que llegamos.
Mi francés iba con una camisa gris y pantalones negros; y para variar un poco se había peinado su cabello largo hacía atrás. Yo en cambio me puse unos jeans ajustados negros, pero con una blusa holgada verde musgo. Gabriel llevaba unos jeans azules, con una camisa violeta, que hizo molestar a Rámses en cuanto la vio; y Susana un vestido bastante corto aunque no muy ajustado, de color vino.
Después de brindar para la celebrar el éxito de nuestras entrevistas universitarias, decidimos perdernos entre las personas para bailar un poco.
La música era muy buena y estaba disfrutando enormemente el tiempo de distracción. Un dejo de culpa me embargó cuando caí en cuenta de que no invite a Pacita, pero estaba bastante segura de que ella ya tenía otros planes para esta noche, algo me había dado a entender la última vez que conversamos.
Gabriel se acercó a nosotros y me pidió bailar con él. Acepté a regañadientes, sobre todo porque no quería que Susana bailara con Rámses, aún estaba algo molesta por la noche anterior, aunque ella en el día y lo que llevábamos en la noche se había mantenido callada y reservada, quizás apenada por no haberse dado cuenta de que vivía en la misma casa, quizás molesta porque le arruiné sus planes.
Bailaba con Gabriel mientras me hacía reír con sus ocurrencias. Me estuvo insistiendo en que lo ayudara a escoger un nombre para él; quería convertir nuestra salida en una noche "sin nombres" y al parecer la última vez no le fue bien con el de Javier.
—Como mi mejor amiga debes buscarme un nombre que vaya conmigo y ayudarme a conseguir a una chica—gritó a mi oído.