Me llamo Amelia, y hace un año me enamoré perdidamente de Daniel, un chico que me cautivó y me hizo vivir la mejor de las historias de amor, pero también la decepción más grande que una chica puede pasar: una violación. Y hoy, a pesar del tiempo no...
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—¿Y qué opinas de este?—me preguntó Gabriel, acercándome las fotos de un departamento en su recién comprada Tablet.
—Si tendremos un solo baño por lo menos que sea más grande que eso—respondí.
Keithan Zegers, el agente inmobiliario de la familia, el mismo que siempre los ayudaba a buscar casa cuando les tocaba mudarse a cada uno, es decir a los O'Pherer, Michia y Oytar; nos envió algunas fotos de los departamentos más idóneos para nosotros, y esa era las fotos que junto a los hermanos estaba revisando. Los primeros meses solo viviríamos allí Gabriel y yo, y luego, cuando terminara su curso, Rámses se nos uniría.
—Pero el que tiene el baño más grande, las habitaciones son más pequeñas.
—Me gustó mucho el que tenía dos baños pequeños, porque los armarios son amplios. Tú y tu hermano tienen mucha ropa.
—Ese también me gustó bastante. ¿Qué opinas, Rámses?.
Su hermano revisó las fotos una vez más.
—Prefiero que cada uno tenga su baño, no quisiera tener que follar rapidito porque tú necesitas entrar.
—¡Rámses!.
—Tienes razón, yo tampoco quisiera eso—concedió Gabriel—, entonces "un solo baño" descartado.
—El gimnasio del departamento que está pintado de gris es muy bueno—indicó Rámses y Gabriel buscó con rapidez entre todas las fotos que tenía.
—Es verdad, es excelente y tiene un equipo de pesas.
—No es gris—aclaré.
—¿De que color es entonces? Yo lo veo gris.
Rámses ojeaba una de las revistas que estaban a disposición de los pacientes. Tomé la Tablet de Gabriel y busqué las descripciones del departamento.
—Aquí dice: "acabados en cerámica blanca en la cocina que contrasta con las paredes lilas". Es lila.
Rámses achinó sus ojos y Gabriel intentó no reírse mientras fingía estar concentrado otra vez en la Tablet.
—A mi me parece... adorable.
—Descártalo—exigió el francés.
—Pero el violeta es mi color preferido.
—Te dejaré violeta el rostro Gabriel. Ese no. Punto.
Entre risas de Gabriel lo vi borrando las fotos de ese departamento.
Al principio de nuestra búsqueda me costó poder emitir opinión, no me creía con ningún derecho a hacerlo considerando que no estaría pagando nada por mi vivienda, pero cuando la familia O'Pherer decidió gastarme una de sus pequeñas bromas, donde habían escogido un departamento inmundo, en la peor zona que de la ciudad, una habitación con tres deplorables camas, una cocina asquerosa y un baño compartido con otros tres departamentos, accedí a participar en la toma de decisiones.