Capítulo 45. SUGERENCIA O'PHERER

10.1K 836 291
                                        

—Tardaste mucho—le reclamé a Rámses en cuanto entró al cuarto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Tardaste mucho—le reclamé a Rámses en cuanto entró al cuarto.

Cuando la excitación abandonó mi cuerpo me dio mucho miedo las consecuencias de haber tenido relaciones sin preservativo. Lo menos que quería es que nos llegara una bendición sin planificarla, así que Rámses fue a la farmacia.

—Aprovechamos de comprar otras cosas—me respondió tendiéndome un caja que contenía la pastilla del día siguiente. Solo cuando sentí la grajea bajar por mi garganta me permití relajarme. Nunca había tomado una de esas pastillas antes, ni tampoco conocía a nadie que lo hubiese hecho, así que el tiempo que Rámses se demoró en ir a comprarla busqué por internet toda la información que me fue posible.

Pacita apenas revivió se fue a su casa, ni siquiera quiso esperar que Rámses la fuese a llevar.

—¿Quiénes aprovechamos?—pregunté.

—Mi papá y yo por supuesto, al principio no podía creer que fuese a comprar en serio la pastilla, pero después me dio una charla...

Me estaba ahogando en la vergüenza y humillación, con mis mejillas a punto de reventar, mis ojos desorbitados y mi boca abierta hasta el piso, cuando Rámses irrumpió en carcajadas. Le di un golpe en el pecho que tuvo que dolerle, pero su diversión era tal que poco le importó.

—La próxima vez te haré un video para inmortalizar este momento—siguió riéndose y yo continué mi ataque contra él.

—¿Ya te la tomaste? No quiero ser tío todavía—dijo Gabriel entrando en el cuarto y lanzándose en la cama.

—¿Le contaste?—grité en dirección de Rámses con una nueva ola de vergüenza en mí.

—Te dije que no había ido solo. Además, él sí sabe cuál pastilla comprar y también debía comprar una caja. Era él o preguntarle a Hayden...

Lo miré con mi boca abierta de sorpresa: —Pero si ella estaba inconsciente y tú apenas podías estar de pie.

—Nunca subestimes el poder de las hormonas Beleza. Ella se entró a mi cuarto en algún momento de la madrugada cuando teníamos suficiente alcohol en el cuerpo para que pareciera buena idea y muchísimas ganas. ¡Y vaya que había ganas! Pacita hizo esta cosa con...

—Eres un asqueroso—le pegué en el brazo interrumpiéndolo—estás hablando de mi amiga.

—Y yo soy tú mejor amigo, que no se te olvide Beleza, que a mí también se me podría olvidar—me guiñó un ojo y se mordió el labio ganándose un golpe de su hermano y que yo rodara los ojos—. Lo cierto del caso es que como ninguno recordaba si usamos protección, mejor prevenir que bautizar.

Era domingo y desde que esta era mi casa, los domingos lo pasábamos con Fernando, desde el desayuno hasta la cena, salvo que la embajada lo necesitase con urgencia. Este domingo en cambio, cuando me vestí para almorzar, solo Rámses me esperaba en la sala.

No Juzgues La PortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora