Capítulo 13 . TENGO CLAVOS Y MUCHA VOLUNTAD

12K 1.1K 710
                                        

Extra del maratón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Extra del maratón

Contaba con pocos minutos para arreglarme, así que lo hice lo más rápido que pude. Me di un baño rápido, limpié una vez más el piercing como me enseñó Ramsés que debía hacerlo, y me puse unos jeans sencillos, y un suéter manga larga azul. No me maquillé ni me arregle el cabello más allá de peinarlo y darle un poco de forma. No me importaba ni un poco verme bien para mi mamá, quien no lo notaría, ni mucho menos para Stuart. Suficiente llamaría mi atención mi nueva adquisición, como para sumarle a eso maquillaje para resaltarlo.

La bocina sonó varias veces anunciando que habían llegado por mí. Suspiré profundamente y salí de la casa. Quedé en escribirle a Rámses que estaba viva después de que viesen mi piercing, antes, en la soledad de la casa, no tenía sentido hacerlo.

Entré el auto respondiendo solo el saludo cariñoso que me dio mi mamá y manteniendo mi perfil derecho lejos de las miradas de ambas, no quería causar un accidente de tránsito. Mi mamá comenzó a parlotearme sobre su trabajo en la ciudad vecina y hasta cierto punto le presté atención. Sin embargo mi mente comenzó a divagar cuando comenzó a hablar sobre tipos de flores, y como entró en crisis cuando mezclaron de forma absurda unas rojas con unas violetas.

—Tengo tanta hambre, ¿y tú Mia?—preguntó mi mamá trayéndome una vez más al presente.

—No mucha—respondí bajándome del auto, declinando la ayuda del portero del restaurante.

Era un lugar bastante lujoso que me hizo cuestionarme mi vestimenta, aunque en mi defensa, nadie me dijo a donde veníamos. Por suerte, la noche estaba fresca, y mi mamá insistió en sentarse en las sillas de la terraza. Apenas nos sentamos nos entregaron la carta, y con mi rostro escondido dentro de ella hice el pedido de mi comida. Pedí lo más caro del menú sabiendo que Stuart, se había ofrecido a pagar.

Cuando se me acabaron las excusas para tener la cara girada, no me quedó de otra que ver a mis compañeros de mesa. Stuart abrió su boca cuando grande era, boqueando palabras que morían sin poder salir de su boca. Mi mamá en cambio revisaba mi rostro, tratando de dar con ese algo que se la hacía distinto. Cuando por fin lo descubrió su cara de sorpresa fue tan distinta a la de Stuart que pude carcajearme en ese momento.

—¿Cuándo te lo hiciste? Te queda bellísimo—exclamó mi mamá al tiempo que Stuart salía de su trance y comenzaba a vociferar

—¿Acaso te has vuelto loca? ¿Ese tipo te obligó a hacértelo?—gritó con tanta fuerza, que los comensales que se encontraban dentro del local voltearon hacia donde nos encontrábamos.

—Pero Stuart, si se le ve monísimo. Es algo súper delicado— mi mamá tomó mi rostro y lo giraba con delicadeza de un lado al otro para evaluar todos los ángulos. Rosalía Gatica era un personaje que nunca dejaría de sorprenderme. Jamás imaginé que su reacción sería de tal adoración—. ¿Te dolió? Me hubiese gustado acompañarte

No Juzgues La PortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora