Soltarlo sin anestesia: (Blake)

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—Hijo, ¿listo para la reunión de hoy? —Pregunta papá entrando a mi oficina minutos después de que Harold y Sami salieran.

—Si eso creo. —Respondo en un suspiro revisado el material en la laptop.

Tengo el resultado del examen en mi escritorio, que todavía no me lo puedo creer. La incertidumbre y la duda están presentes pero, para no sucumbir en ellas, me concentro en lo que sea. Prefiero olvidarlo por ahora.

— ¿Qué tienes Blake? —Pregunta papá preocupado acercándose a mi escritorio.

—Nada grave de lo que debas preocuparte. —Termino de acomodar los documentos y los mando a imprimir. —Pero ya que lo preguntas, voy a necesitar unos días libres. —Tomo las hojas mientras me levanto.

— ¿Para qué? ¿Vas a ver de nuevo a esa japonesa? —Pregunta en broma.

Suspiro. En otro tiempo me hubiera reído o continuaría su broma, pero en mi mente no estoy de broma en estos momentos. Ni siquiera sé cómo le voy a decir que tengo una hija, o si voy a poder verla hoy al llegar a casa. Cuando la vi esta mañana en el ascensor no me imaginé el desastre que traería a mi vida; con solo tres palabras y un segundo consiguió poner mi mundo de cabeza.

—Blake, ¿qué tanto piensas? —Dice papá sacándome de mis pensamientos.

—Solo necesito unos días libres. —Digo saliendo de mi oficina.

—Si no me dices para que son, no te los voy a poder dar. —Dice siguiéndome de cerca.

Suspiro otra vez sin detener mi caminar hacia la sala de reuniones. Estoy seguro de que solo debo decírselo, soltarlo sin anestesia, creo que él puede aguantarlo.

—Tengo una hija. —Murmuro esas tres palabras deteniéndolo por el brazo antes de entrar a la sala.

Tres palabras que a mí me habían sorprendido esta mañana, a él pareciera lo hubieran dejado en estado de shock.

— ¿Está seguro? ¿No es una de tus bromas? —Murmura viéndome a los ojos.

—Te dije que serias el primero en enterarte si algo así pasaba, y también tengo la prueba de A.D.N. en mi escritorio probando lo que te he dicho. —susurro entrando a la sala.

Mi padre entra tras de mí y se sienta en su puesto a esperas de los inversionistas y socios de la junta revisando su celular. Con una sola mirada puedo adivinar que la noticia lo ha tomado por sorpresa, y si no fuera porque lo conozco, pensaría que está alarmado. La verdad es que él está feliz porque ahora, con Sami en mi vida, no podré seguir en mis andanzas y pensará que estoy dispuesto a sentar cabeza. Ese tema él vive tocándolo cada vez que puede, y es más insistente que con el tema "el dinero no crece en los árboles".

—Ahora, ¿qué vas a hacer? —Pregunta.

—Por ahora se quedará en mi casa, después hablaré con ella. —Digo dejando los papeles en la mesa.

— ¿Cuál es su nombre? —Pregunta dejando su celular y acomodándose el traje.

—Samantha, pero le gusta que le digan Sami. —Contesto con suavidad, como si estuviera en un sueño.

— ¿Ya sabes quién es la madre?

—No. —Confieso asomándome por la ventana.

—Pero puedes tener una idea de quién si sabes su edad. —Comenta.

—Está a punto de cumplir quince, eso significa que fue concebida cuando estaba sacando la licenciatura. —Digo comprendiendo lo que quiere decirme.

Aunque la lista de las posibles madres es larga, se ha acortado mucho al saber el tiempo aproximado. Mi padre es un genio al darme tan buena pista. Los socios e inversores entran a la sala de reuniones haciendo que mi padre y yo no tengamos más oportunidad de seguir hablando sobre Sami. En estos momentos tengo un asunto muy grande entre manos y estamos haciendo planes para cerrar uno de los tratos más importantes de esta compañía, lo que significa, cuidar el dinero de todos los viejos a través de planes. Esto es una de las partes más estresantes que hay en esta rama de trabajo, y sin contar las reuniones.

Mi Padre es un CasanovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora