Una Tonta Discusión: (Blake)

218 17 1
                                    

— ¿Quieres terminar esa canción? —Pregunta Sam y toma un poco de jugo.

Después del episodio de esta mañana, y de limpiar la cocina, decidimos venir a un restaurante para desayunar. Claro que hicimos un trato para mantener el silencio porque, si Margaret se entera de lo que pasó en la cocina, es capaz de matarnos a ambos.

—Claro, me gusta mucho cómo va la melodía y la letra dice mucho en pocas palabras. —Explico tomando otro bocado.

Entonces algo llama mi atención mientras comparo su plato con el mío. Ella no ha comido mucho, y desde hace un rato, está evitando agarrar otro bocado.

— ¿No vas a terminar de comer? —Pregunto extrañado.

—No. He decidido que voy a ponerme a dieta. —Dice tomando otro sorbo.

—Sami, tu estas bien como estas. Come un poco más, parece que todavía estas hambrienta. —Digo tomando el vaso de jugo en mis manos.

—No sé. Cuando salí con Tyler sentí el bikini más apretado de lo normal, y eso que siempre he usado la misma talla.

Dejo de beber abruptamente de mi jugo apenas sus palabras llegan a mis oídos. ¿Usó un bikini?

— ¿Usaste bikini? —Pregunto sin creerlo todavía.

—Sí, lo compré con Margaret. —Dice encogiéndose de hombros.

—Está bien. —Digo agregándole un poco de aderezo a su comida —. Yo veo que tu estas muy delgada, y por eso, no nos vamos de aquí hasta que tú no termines la comida.

—Papá te he dicho que estoy a dieta. —Dice en tono de voz un poco alto.

— ¿Y qué? Solo no quiero que los chicos te vuelvan a ver en bikini. Ah, y quiero que vayas a un convento. —Respondo igual de alto.

— ¡¿Qué?! Claro que no. Y si soy sincera, Tyler fue un caballero; no como algunos chicos de Sudamérica que te desnudan en su mente y ni siquiera lo disimulan. Y para que lo sepas, a mi gusta usar bikinis y verme bien.

—Si con esas estamos, entonces esto es lo que pasará: engordaras, estudiaras en un convento y solo vestirás de mono y cuello tortuga. —Sentencio golpeando la mesa.

—Vamos. Sabes bien que los chicos me atraen, y si no quieres entender algo tan sencillo como eso, yo me voy. —Dice levantándose para caminar hacia la salida.

— ¡Samantha detente ahí! —Grito y ella obedece —. Ven a terminar tu comida.

— ¡Claro que no! Tú quieres que yo estudie en un convento y que no me ponga la ropa que me gusta. —Grita inconforme mientras se acerca.

—Entonces no haré ninguna de las dos si me prometes engordar para que ningún chico te vea. —Propongo.

—De acuerdo. —Dice respirando profundo mientras se toca la sien —. Papá, siempre seré tu hija pequeña, pero no me pidas engordar. Mira, te prometo que me vestiré de forma sencilla y para nada reveladora, solo no me mandes a un convento.

—Bien. Te vestirás como quieras, no engordaras y no te llevaré a un convento, ¿tenemos un trato? —Digo estirando la mano.

—Está bien, tenemos un trato. —Dice tomando mi mano.

—Pero igual te terminaras la comida. —Señalo.

—Bien. —Dice rodando los ojos mientras se sienta.

La observo tomar bocado tras bocado mientras hace muecas, enojada por estarla obligando. Tal vez esté mal, pero me divierten sus expresiones.

—Eres muy buena negociando.

—Lo heredé de mi madre. —Presume sonriendo —. ¿Vas a ir a trabajar? Ya se hizo muy tarde para componer.

—Sí, pero toda vía tengo un poco de tiempo. —Veo mi reloj y una idea llega mi mente —. ¿Quieres venir conmigo? Margaret no estará en la casa hasta la noche y no quiero dejarte sola.

—Está bien. —Dice con la boca llena, y cuando traga, sus se abren como platos —. ¿Acabamos de discutir?

—Creo que sí. —Digo divertido por su gesto.

—Oh, ¿tenía que ser en público? —Pregunta avergonzada mientras oculta su rostro.

Río divertido y veo a nuestro alrededor, notando como las personas tratan de contener la risa por nuestra escena. La verdad es que a mí no me da vergüenza, de hecho, nunca hice una. Sami termina de comer de forma apresurada, y una mala idea llega a mi mente.

—Ya está, ¿nos vamos por favor? —Ruega con el rostro apenado.

— ¿Por qué? Yo no he terminado de comer. —Digo sonriendo.

Ella me ve con seriedad al entender que me divierte verla avergonzada, por lo que alza una ceja a modo de advertencia. Le guiño el ojo causando que una diminuta sonrisa se abra paso. Es definitivo, disfruto pasar tiempo con mi hija.

Mi Padre es un CasanovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora