Pasado presente: (Samantha)

247 23 0
                                    

—Por eso, porque mi amiga de la infancia no está. —Dice levantándose para irse a curar la herida.

No he podido decirle nada por la rapidez con la que ha actuado. De hecho, su mirada perdida y dolida me ha dejado impactada. Parece que tiene una herida grave en su corazón que no se ha curado. Tal vez no debí preguntar, pero la curiosidad me ganó al ver esa imagen de él junto a esa chica rubia y sus amigos. Se veía alegre, cálido, cómodo; solo quería conocer un poco más de él. Suelto un suspiro triste. Toqué una herida todavía fresca en su corazón.

Me acerco al piano eléctrico, que ya está limpio, y lo conecto para tocar una melodía que mamá me enseñó hace mucho tiempo. Nunca me aprendí la letra o los acordes correctos puesto que ella siempre dejaba que yo la modificara a mi gusto pero, cada vez que la tocaba, me hacía sentir bien. Tan concentrada estoy que no me doy cuenta de la nueva presencia hasta que comienza a aplaudir de repente.

—Se escucha muy bien, ¿es un trabajo propio?

Giro hacia la puerta dejando de tocar para encarar al chico que se ha colado a la casa de mi padre. Tiene una sonrisa blanca muy brillante, ojos oscuros muy atrapantes, cabello negro carbón, piel suavemente bronceada, musculatura apropiadamente desarrollada y está vestido de forma playera.

— ¿Cómo entraste? —Pregunto cortante.

La verdad es que la presencia de los chicos en mi vida nunca ha faltado; han llegado a mí con distintos físicos, acentos, tonos de voz, calidez e intereses. Pero nunca ha llegado el apropiado que haga latir mi corazón como loco, y hasta ahora, el único que ha estado en mi mente ha sido mi padre.

—Lo siento linda. Soy Tyler y entré por la puerta. —Contesta acercándose un poco —. ¿Hace tiempo que tocas?

—Desde pequeña. —Contesto cruzando los brazos —. ¿Quién te ha dejado entrar? Sería allanamiento si el dueño de la casa no lo ha permitido.

—Bueno encanto, puedes decir lo que quieras, pero yo entro a esta casa cuando quiero y por lo que quiero. Así que, quién está allanando eres tú. —Dice y me repasa con la mirada.

—Claro. Déjame decirte que yo estoy aquí con permiso del dueño de la casa, que resulta, es mi padre. —Digo victoriosa cruzando mis brazos.

— ¿Qué? Es imposible, el tío B no tiene hijos. —Dice sorprendido mientras se acerca un poco más.

Quedamos cara a cara, sin apartar la mirada del otro. Él suspira e intenta tocar mi rostro, pero yo lo aparto de un golpe. Él atrapa mi mano, y aunque halo para que me suelte, no cede ni un poco. Al no hallar mi libertad, busco de golpearlo en las costillas, pero él me acerca su torso mientras mantiene su brazo alrededor de mi cuello.

—Para ser tan pequeña, eres inesperadamente peligrosa. —Se burla sin ánimos de soltarme.

—Suéltame ya. —Digo buscando una forma de golpearlo.

—No gracias, quisiera conservar mi hombría. —Dice burlesco.

Escuchamos un ruido seco y ambos quedamos estáticos al ver la cara molesta de Blake.

— ¿Qué estás haciendo Tyler? —Pregunta amenazante.

El chico se distrae y, aprovechando su guardia baja, uso su peso en su contra y aplico una llave de judo para hacer que termine en suelo.

—Tyler, ¿ahora qué hiciste? —Dice Shawn entrando.

—Solo venia por el piano pero está chica... —Se ve interrumpido cuando tuerzo un poco más su brazo.

Mi Padre es un CasanovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora