Tiempo juntos: (Blake).

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—Ya se fue. —Digo viendo hacia la puerta por la que Val acaba salir.

—Ya era hora, ¿cómo van las cosas en la empresa? —Pregunta Sam.

—No tan bien como me gustaría. —Suspiro con cansancio —. Los contratos que encontraste parecen validos a primera vista, pero, al leerlos detalladamente, se comprueba que fueron alterados para que la empresa perdiera dinero. Además, me di cuenta de que no se tiene ningún tipo de seguro, lo cual explica los altercados que hemos tenido. ¿Cómo diste con eso?

—Adquirí mis dotes de hacker cuando viví con mi mamá en Washington y descubrí este tipo de contrato malversado por casualidad.

—Eres especial Sam. —Digo sincero sin dejar de acariciar su cabello.

—Es porque tengo padres especiales. —Dice ella sonriendo en la penumbra del sueño.

— ¿Cómo quieres que te consienta?

—Tararéame nuestra canción hasta que me quede dormida.

Asiento sonriendo mientras me acuesto a su lado para abrazarla. Cada nota que compusimos juntos está grabada en mi memoria, así que hacerlo sale de forma natural. Ver sus ojos cerrarse con suavidad, como su respiración se vuelve suave y como se acurruca a medida que el sueño la vence es la imagen más tierna que pudo tener, y nunca me canso de verla. Ahora entiendo porque Val siente sus fuerzas renovadas cuando la ve dormir. La puerta se abre con suavidad dejándome ver el cuerpo de Valerie dentro de un vestido negro ajustado y sonriendo de forma dulce. Su gesto no se deshace cuando saca el celular y toma una foto.

—En todo el rato no pude dormirla, es bueno saber que tu voz sigue teniendo el efecto que recuerdo. —Bromea ella mientras me muestra la foto.

—Mejor nos ponemos en camino, —susurro mientras me levanto con cuidado —, ya se está haciendo tarde.

Sonríe de forma maternal cuando pone sobre Sam una manta y deja un beso en su sien. Salimos con cuidado hasta que llegamos a mi auto.

— ¿Para dónde vamos? —Pregunta Val cuando abro la puerta para ella.

—Para el fin del mundo. —Digo sonriendo divertido.

Ella se deja contagiar y se sienta mientras me estudia con la mirada. Rodeo el auto y me siento a su lado, cuando noto que ella ya está tarareando una canción que suena familiar sin perder de vista la calle. Muevo los dedos sobre el volante siguiendo el ritmo de su voz y, sin darme cuenta, yo también estoy tarareando la misma melodía. Ella suelta una carcajada divertida y fija su mirada en mí.

— ¿Qué sucede Val? —Pregunto extrañado.

—Esa melodía, ¿todavía la recuerdas?

—Claro, fue la última canción que compusimos juntos, ¿por qué?

—Porque esa misma canción se la cantaba a Sami cuando estaba embarazada. Ella suele cantarla todo el tiempo, y siempre le cambia el ritmo o el tempo.

Concentro la mirada en ella por un segundo y veo el camino mientras recuerdo una melodía a piano que escuche cuando Sam y yo limpiamos el garaje. En ese momento la melodía se me hizo familiar pero no sabía de donde, también recuerdo que la cantó cuando estábamos comiendo después de haber hecho algunas compras. Sonrío divertido.

—Eso lo explica. —Murmuro.

Ella ríe divertida y vuelve la vista a la ventana, dejando que el silencio nos invada.

—Ella me dijo que podía pasar horas escuchándote cantar.

—La música es parte de ella, aun más que la electrónica o los idiomas. Lo que es el mar y la música, son sus debilidades. —Dice sonriente y voltea a verme —. Me recuerda a cierta persona.

Mi Padre es un CasanovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora