Casados Por Accidente [Pablo Alboran] [TERMINADA]

56- La Exposicion de Arte

Una vez que termino de acomodar mi corbata color negra que ella misma ha escogido, me siento en el sofá que hay en nuestra enorme habitación, y la espero. Mientras lo hago, reviso mis redes sociales y marco como favorito alguno que otro mensaje. Estoy mordiéndome la lengua y atando mis manos para no decirles los nombres de las canciones ni la fecha de lanzamiento. Aun hay algunas cosas que arreglar.

-Rubio, ya estoy lista. Me dice mi esposa y automáticamente levanto mi vista.

La veo salir del walking closet y básicamente me he quedado mudo. Vestido negro largo sin mangas ni tirantes, y un tajo que llega muy arriba en su pierna. Cabello recogido y zapatos haciendo juego.

Vuelvo a mirarla de pies a cabeza mientras camino hacia ella -¡Pero qué preciosa luces! Digo sonriente y tomo una de sus manos para darle un beso.

-¡Gracias! Tú también te ves muy guapo. Dice y acomoda el cuello de mi americana.

-Rubia, no me has dicho de que es el coctel o lo que sea que vamos. Le digo mientras me arregla como si fuese su modelo.

-Es una exposición de arte que están haciendo en unos de los de la empresa aquí. He recibido una invitación directa del artista y no podía negarme. Me explica.

-¿Por qué es un cliente importante? Le pregunto con mucha curiosidad y al parecer mi pregunta no le ha gustado mucho porque me mira seria.

-¡Hey! No todo es dinero en mi mundo eh... Me dice en un reclamo.

-Vale, pero mayormente lo es. Tú lo haces ver así. Me explico.

-Sí, está bien... hay muchas cosas que lo son, pero esta no. Olivier es mi amigo. Se explica y ahora sí que esto me está resultando más extraño que lo usual.

-¿Olivier?

-Sí, Olivier Moulian. Dice retándome con una sonrisa.

-Vaya... pero que fino suena. Digo de manera sarcástica. -¿Francés? Supongo... Replico.

-Así es. Me responde prepotente y aquí siento que ha vuelto "la loca de mi vida"

-¿Sabes que rubia?

-¿Qué? Dice y coloca sus manos sobre su cintura en forma de jarra.

La miro entrecerrando mis ojos y siento que debo callarme en este instante.

-Mejor vayámonos porque siento que estamos regresando al principio. Le digo conteniendo mi risa a causa de los recuerdos que se cruzan por mi mente.

-Vamos. Dice y va en busca de su bolso para que luego salgamos de la habitación.

[...]

Otro lujoso hotel, otra limusina, y otra vez la mirada de todos sobre nosotros al entrar al hotel que parece más un museo, que un hotel en sí. Caminamos por los pasillos hasta el salón donde se lleva a cabo la exposición tomados de la mano a pesar de la pequeña escena vivida en nuestra habitación; supongo que los besos en la limusina han arreglado las cosas.

-Es aquí. Dice sonriente y entramos a la fina sala donde todos se la quedan mirando.

-¿Qué sucede aquí? Le pregunto bajito al notar que la gente murmura ante su presencia.

-No lo sé Pablo... Dice mirándome y seguimos viendo las fotografías en tamaño gigante que hay por todas partes.

Vale, tengo que admitir que el tío es bueno. Quizás hasta piense en contratarlo para alguna sesión de fotos alguna vez.

Seguimos caminando por el lugar hasta que una señora detiene a mi esposa. –Disculpe señorita, pero es usted bellísima. Le dice y Jackie la queda viendo sin entender de qué habla.

Debo decir que la señora solo dice la verdad.

-Eh... gracias señora. Le dice confundida.

-Ha dicho la verdad. Le comento al oído mientras seguimos caminando y ella ríe ante mis palabras.

-Gracias guapo. Me dice sonriente.  Al seguir caminando, mi mirada se encuentra con algunos cuadros y ahora me doy cuenta porque todos la miran como lo hacen.  -¿Qué sucede? Me pregunta al notar que me he quedado quieto.

-Eso. Digo señalando los cuadros de ella. En uno está en la piscina de lo que parece ser un hotel en traje de baño. Al lado de ese hay uno donde ella está caminando por una calle vestida de una manera deslumbrante con un vestido corto. El otro, es en la playa, y el último está montando caballo.

-Esto no puede ser... Dice algo asustada.

-Dime por favor que es tu hermana gemela. Le digo serio.

-Rubio, sabes que no tengo hermanas... Me dice e intenta hacer que la mire.

-¿Posaste para las fotos o las tomo por sorpresa? Continuo diciendo sin siquiera mirarla.

-Pose. Dice en un susurro. –Pero, no sabía que las expondría. Me dice nerviosa.

-¿Hace cuanto? Pregunto sin dejar de mirar a los tíos que comentan sobre la foto de la piscina, ya que el traje de baño es más que diminuto.

-Antes de conocerte. Me explica.

-¿Por qué? ¿Acaso querías ser modelo o qué?

-Fue un favor que le hice a Olivier... Estaba estrenando una nueva cámara... iba a ser el fotógrafo de la boda... en fin... algo de amigos. Se explica.

-¡Muñeca! Nos interrumpe una voz masculina.

¿Muñeca? ¿Le ha dicho muñeca?

Ambos nos damos vuelta para ver a quien le ha llamado asi y lo que veo es un hombre de casi dos metros, de cabello oscuro y ojos grises... ¡genial!... por favor que este no sea Olivier. Pienso internamente.

-¿Te han gustado? Le pregunta a ella e ignorándome la abraza fuertemente.

-Te voy a matar Olivier. Le dice.

Bien... es el. Pienso sarcásticamente.

-Lo siento, no podía desperdiciar esta obra de arte. Dice mirando las fotos.

-De todas formas... Olivier, déjame presentarte a mi esposo Pablo. Dice ella y creo que ha notado lo tenso que se ha vuelto este momento.

-Un gusto. Dice estrechando mi mano.

-Igualmente. Digo serio. –Quiero que me vendas los cuadros. Le digo aun más serio y ambos se me quedan viendo.

No, no estoy loco; solo no dejare que alguien tenga cuadros de mi esposa en traje de baño en su casa.