59-Visitas Inesperadas

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El paisaje que observo al abrir mis ojos, es maravilloso. Su cuerpo levemente cubierto por una sábana blanca tendido en la cama. Me pierdo en la forma de su figura y recorro cada rincón de ella con mi mirada. ¡Vaya que tienes suerte tío! Me grita mi subconsciente. En un mes será mi esposa bajo todas las leyes, pero sobretodo será mi esposa porque así lo hemos elegido nosotros. Cuanto mas la miro, mas me acuerdo de cómo inicio todo. Ya llevamos varios meses juntos y las cosas han cambiado drásticamente.

-Eres preciosa. Susurro sin apartar mi mirada e intentando no hacer ruido me levanto de la cama.

Me coloco un pantalón corto y salgo de la habitación. Me apetece mucho sorprenderla esta mañana llevándole el desayuno a la cama. Bajo la escalera y voy hacia la cocina donde esta Consuelo preparando el desayuno para los dos como cada mañana.

-Buenos días. Le saludo sonriente y ella me regresa la sonrisa.

-Buenos días señor.

-Pablo, dime Pablo. Le pido.

No me gusta todo el formalismo con el que todos me tratan aquí.

-Buenos días Pablo. Se corrige.

Me acerco a ella y comienzo a ayudarle. –Sabe, quiero llevarle el desayuno a la cama a mi esposa. Le explico.

-Puedo hacerlo yo si gusta. Propone.

-No, no se preocupe yo me encargo. ¿Puedo tomar una rosa del florero? Pregunto al ver el enorme jarrón con rosas que hay en la cocina.

-¡Si por supuesto! Responde alegre y sin más rodeos busco la rosa más bonita del ramo.

-Nunca vi a la niña Jacqueline tan feliz. Me comenta mientras me entrega la bandeja del desayuno.

-Ni yo nunca fui tan feliz tampoco. Le admito. –Ella ha cambiado mi vida. Continúo diciéndole.

-Es muy bonito verlos tan enamorados. Ella ha sufrido tanto, que merecía ser feliz finalmente. Me dice.

-Créame que es mi único propósito, quiero verla feliz; solo eso.

-Gracias por lo que hace por ella. Para mi ella es como mi hija.

-Y usted como una madre para ella, me doy cuenta. Le respondo.

-Lo sé. Dice tímidamente y me despido de ella con un beso en la mejilla sorprendiéndola.

-¡Nos vemos luego! Exclamo mientras salgo de la cocina.

Cuidadosamente para no derramar nada en el suelo, voy hasta nuestra habitación y abro la puerta.

-Creí que habías huido. Dice semi-sentada apoyada contra el respaldar de la cama y cubriéndose con la sabana.

No puedo más que sonreírle, dejar la bandeja sobre la cama, y subirme a la cama para acercarme a ella y darle un beso.

-¿Huir? ¿Yo? Pregunto sobre sus labios, ¿Por qué debería hacerlo?

-Mmmm... quizás  por que hasta ahora había una buena excusa para estar casado, pero ya no? Responde a modo de pregunta. –Quizás te has arrepentido... quizás cuando me pediste matrimonio otra vez, estabas bajo la influencia de alguna otra substancia nuevamente. Dice sonriente.

Sus palabras me hacer reír. Siempre tan ella...

-Mira guapa. Le digo con un tono de advertencia. –No suelo cometer el mismo error dos veces.

-No parece, me has vuelto a proponer casamiento. Dice riéndose.

-Es que eso no es un error. Replico.

-¿Te parece? Mira que estas casándote con una mujer algo desbalanceada psicológicamente.

Rio como consecuencia de sus palabras.

-¿Desbalanceada psicológicamente? Pregunto intentando no volver a reírme.

-Si...

-Una loca, pues. Digo simplificando sus palabras.

-Puedes llamarlo así también. Dice riéndose.

-¿Se supone que me tiene que dar miedo casarme nuevamente contigo? Le pregunto mientras rozo su brazo con mi mano.

-No sé si miedo de mi, pero que te gusten las locas... vamos, eso es grave.

-Me encantan las locas como tú. Digo y la beso.

-El loco eres tú entonces... Dice y vuelve a besarme. -¿Qué hacías? Me pregunta cuando nos separamos.

-Fui por nuestro desayuno. Digo orgulloso y señalo la bandeja.

-Mmm... pero vaya marido que me ha tocado. Me trae el desayuno y todo. Dice feliz.

-No sabes todo lo que puedo llegar a hacer. Le digo pícaramente.

Ella me mira con una media sonrisa –Varias cosas ya las sé y créeme que me encantan. Responde y se rie de sus propias palabras.

-Vaya... pero que atrevida que me saliste.

-¿Yo? Pregunta haciéndose la inocente.

-No, yo... vamos que tengo pruebas, no te olvides del video. Digo entre risas.

-Esa será nuestra prueba irrefutable de lo somos, ¿no?

-Y si... Digo encogiendo mis hombros y ella se ríe.

-¡Te amo mi loco rubio y dulce esposo! Exclama y se arrodilla sobre la cama dejando caer la sabana que la cubría para enredar sus brazos en mi y besarme como tanto me gusta.

-Y yo a ti preciosa. Digo entre beso y beso y hago que caigamos sobre el colchón.

Estamos perdidos en besos y caricias cuando golpean la puerta haciendo que nos asustemos.

-¡¿Quién?! Preguntamos casi gritando y al unisonó sin movernos.

-Señorita Jacqueline, soy Consuelo. Ha venido el joven Damian a verla. Grita del otro lado de la puerta y yo me quedo mirándola sorprendido.

-Damian, ¿tu ex? Pregunto sin creerlo.

-No entiendo que hace aquí. Me dice seria.

-Consuelo, dile que espere. Le grita y yo me quedo mirándola confundido.

-¿Lo vas a recibir? Pregunto sin creerlo.

-De acuerdo señorita. Grita Consuelo.

-No se que hace aquí. Me responde.

-¿Vas a ir? Vuelvo a preguntarle.

-Amor, por favor. No sé qué quiere, puede ser importante. Recuerda que teníamos negocios en común. Se explica.

-Sabes que no me gusta esto. Le explico.

-Lo sé, pero no te preocupes. Yo te amo a ti. Me dice y me da un corto beso.

Hace que me levante de encima de ella y se comienza a vestir. No puedo creerlo, ¿Qué quiere ese imbécil ahora? No entiendo porque ha venido a buscarla después de tanto tiempo.

Casados Por Accidente [Pablo Alboran] [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora