Leannán.

Capítulo 4

Steve iba al gimnasio mientras Cassie se encontraba en la escuela, o al menos cuando le tocaba el turno nocturno. Bucky iba un rato en las mañanas cuando se sentía con energía.

Hoy, Steve hacía trabajos con pesas, pero luego Bucky se sorprendió al verlo. Nunca se lo había topado por ahí, pero al mirarlo con una camisa de tirantes algo ajustada que marcaba su cuerpo trabajado, no pudo dejar de mirarlo. Iba a tomar una de las máquinas, pero por estar caminando sin mirar adelante, se tropezó y se golpeó la cabeza en una de las barras de metal.

—¡Aghhh! ¡Puta! —Susurró frotándose la cabeza.— Qué imbécil...

Se empezó a ejercitar y trató de ignorar el hecho de que Steve estaba a unos metros. Después, empezó a hacer abdominales y lagartijas, pero lo miró una vez más y vio que estaba secándose un poco y haciendo su cabello para atrás.

—Basta, James, basta.  Concéntrate, idiota, sino sangre saldrá.

Steve tomó su sudadera y caminó hacia otras máquinas. Tenía su botella de agua sin tapar, y caminó hacia una de ellas pero una chica se fijó en Steve y lo empujó levemente tratando de llamar su atención. Esto causó que toda el agua se derramara sobre la persona que estaba allí. En otras palabras, Bucky. El rubio la miró molesto y ella solo le sonrió.

—Lo siento, guapo. —Bucky se molestó. Su camisa estaba empapada y cierta parte de su largo cabello, se preguntó qué clase de idiota estaba ciego y le echó su agua encima. Steve se agachó y lo miró. James se dio vuelta y vio a Steve de cerca.

—En verdad lo siento, fue un accidente. —Steve le extendió su mano para levantarlo y el castaño la tomó.

—Eh... Está bien, no te preocupes. (Sonríe) —“No parezcas idiota, ¡no parezcas idiota!”, pensó para sí.

—James, lo siento... —“Recordó mi nombre...”

—Todo está bien. Tú lo dijiste, fue un accidente.

—Te hará daño si te quedas así...

—No, ehm... Está bien.

—Toma. —Steve le extendió su sudadera, pero Bucky se puso un poco tímido.

—¿E-Estás seguro?

—Sí. Úsala.

—Bueno, pero prefiero usarla cuando ya vaya a salir. —Steve le sonrió.— De todas maneras, no parece que sudes nada.

—¿Disculpa? —Bucky se levantó y rió levemente.

—Si no sudas, es porque no estás haciendo ejercicio.

—¿Me estás diciendo que vengo por moda?

—Puede ser. —Bucky rió de nuevo y lo miró.

—¿Me retas?

—¿Quieres un reto?

—Tú empezaste...

—Muy bien. ¿Podrá... uhm...

—Steve.

—Steve hacer cien lagartijas?

—Sí, claro que sí. —Dijo en tono retador.

—Eso lo veremos.

Bucky se acostó en uno de los tapetes de yoga y Steve en uno a su lado.

—¿Listo?

—Siempre.

Ambos empezaron a hacer las más que pudieron. Al número 76, los brazos de ambos empezaron a cansarse.