Capítulo 34

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—Hola, Steven. —El mayor la miró con ira y desprecio.

—¿Sharon?

—Así es... —Steve miró hacia atrás y vio a su hija, entonces decidió cerrar la puerta.— ¿Ella era Cassidy?

—Sí. ¿Qué haces aquí? —Dijo realmente molesto.

—Yo... he decidido venir a verla. No sabía si aún estaba contigo, así que-...

—¿Por qué vendrías a verla?

—Steven, mira. Sé que hice una inmadurez cuando Cassidy nació, pero rehice mi vida y desearía que mi hija formara parte de ella.

—Esto es increíble... ¿Cómo te atreves? ¿Así de descarada sigues siendo?

—Rogers, ella sigue siendo mi hija a pesar de todo.

—¿Tu hija? ¿Es en serio? ¡Tú no moviste un dedo por ella!

—Pero quiero recuperarla.

—Es muy tarde. Ella ni tan siquiera sabe que eres su madre. Tú eres una desconocida para ella.

—Sólo deseo que ella forme parte de mi familia.

—¿Piensas que accederé a dártela como si nada? ¿Crees que dejaré que mi hija se vaya con una extraña? Estás realmente equivocada. Yo ya tengo más que hecha mi vida con ella, así que olvídalo. No dejaré que arruines su vida, ni dejaré que arruines la mía una vez más. —Steve cruzó sus brazos, y cuando lo hizo, Sharon vio su mano derecha. Notó que tenía dos anillos en su dedo anular. El de compromiso y el de matrimonio. Eso le daba a entender que tenía una vida totalmente establecida.

—Al menos, déjame conocerla. Luego, veré qué contigo.

—¿Conmigo? Conmigo no tienes que hacer nada.

—Ella es mi hija, y tengo derecho a verla. Estaré aquí en Washington por un año.

—¿Qué? ¿Pretendes llevártela?

—Vivo en Nueva York. Estoy aquí por trabajo.

—Y de paso aprovechas para venir y descaradamente quitarme a mi hija.

—Aunque no lo creas, ella ha estado en mi mente todo este tiempo-...

—Oh, sí. Se nota. —Dijo sarcástico.

—Como sea, por favor dime un día para tan sólo conocerla.

—No.

—Sé un poco flexible.

—Se trata de mi hija. Jamás seré flexible en ese asunto.

—Steven, es mi hija también. —El rubio suspiró.

—Solo un día. El viernes de dos a tres. Luego, no vuelvas más. Nunca.

—Está bien. Gracias.

—No me agradezcas un carajo. Vete de aquí. —Steve cerró la puerta en su cara y luego la maldijo en su mente.

—¡Papi! ¿Quién era ella?

—Luego... te lo diré, ¿está bien?

—Oki~

—Ahora, debes ir a dormir, ¿sí? Mañana hay colegio.

—Sí, pa. ¿Me das las buenas noches?

—Por supuesto, cariño.

Steve subió con Cassidy a su recámara. Ella se acostó en su cama y el mayor tomó la manta, cubriendo a su hija.

—¿Papá?

Leannán.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora