Años atrás...
Aquí comenzó todo...
Mi vida era aburrida, sin emociones. Lo único que hacía era limpiar en mi casa, hacer la comida, ir al colegio y luego volvía con la rutina. Así eran todos los días de mi vida. No tenía amigas, odiaba ir al colegio, no veía la hora de cambiarme con mis hermanos; no sé por qué vamos a distintos colegios. Fue decisión de mi madre, pensó que me estaba ayudando, pero mis compañeras se encargaban de hacerme sufrir.
El único que sabía que sufría en este colegio era Brando, mi hermano. Él me estaba ayudando a poder sobrellevar la situación, siempre me venía a buscar y me llevaba. No quiero defraudar a mamá, ella con mucho sacrificio me inscribió en este colegio, pero yo estoy sufriendo mucho. Mis calificaciones son excelentes, ya que quiero que mi madre esté orgullosa de mi. El problema sucedía a la salida del colegio, donde las niñas me molestaban y los chicos siempre me miraban. Es por eso que ellas me molestaban, yo sigo sin entender cómo es que pueden creer que los chicos me miran porque soy linda, pero según ellas yo soy la que las envidia a ellas y es por eso que vengo así al colegio.
Una cosa extraña, ya que vengo con el uniforme y sin maquillaje, y mi pelo suelto. Que alguien me diga qué corno es lo que hago para llamar la atención; mi cara es gigante, mi cuerpo es feo. No sé qué es lo que tienen estas chicas en la cabeza, pero cuando se dieron cuenta quién era mi hermano, eran unas falsas. Se hacían mis amigas y siempre coqueteaban con él, pero Brando sabía todo, y amaba cómo les contestaba; las trataba indiferentes y eso a ellas les molestaba muchísimo.
La gota que colmó el vaso y decidimos contarle a mi madre, fue cuando una tarde a la salida del colegio me esperaron las mismas chicas de siempre y comenzaron a molestarme, pegarme, tirarme del pelo. Brando se había retrasado y ellas se encargaron de destruirme y decirme millones de cosas feas. Me dejaron tirada, mientras que ella me pegaban yo no hacía nada, no lloraba, no las miraba, simplemente me dejaba estar. Una vez que ellas se fueron, ahí comencé a llorar, tirada en el piso en posición fetal, detrás del colegio. Ninguno de los alumnos que estaban mirando cómo me pegaban hizo algo, simplemente observaron.
Lo único que pensaba en ese momento era "¿dónde está Brando?". Hasta que escucho un auto y escucho cómo Brando grita mi nombre. No me podía mover, ya que me dolía mucho el cuerpo. Un ojo lo tenía casi cerrado, no podía mover mi brazo izquierdo. Lo único que hacía era llorar.
-Vera, princesa, vamos que te llevo al hospital -escucho que dice y siento cómo me toma en brazos. No asiento, no digo nada, simplemente me dejo llevar.
Una vez que me deja en el auto, noto que Brando no vino solo y está acompañado por alguien, es un chico. Cuando este chico se gira para saludarme me observa y no encuentro ninguna expresión en su cara. Simplemente me mira, me saluda y me regala una sonrisa, es precioso. Nunca vi un chico tan lindo como él, jamás lo vi con Brando. Pero al parecer son amigos, siempre me habla de sus amigos, pero nunca los veo, ya que Brando es un poco celoso...
Por lo que puedo ver es morocho, sus ojos son color miel, tiene algunos tatuajes en sus brazos; su pelo es perfecto, sus brazos son grandes, tiene el mismo porte que mi hermano "chico malo". Dejo de mirarlo y puedo sentir como Brando me mira, apoyo mi cabeza en el vidrio y mis ojos comienzan a cerrarse, me duele mucho el brazo izquierdo. Siento como algunas lágrimas caen por mis ojos, pero son silenciosas. Nadie se da cuenta.
Finalmente llegamos al hospital, con la ayuda de Brando y su amigo; aún no sé su nombre. Entro al hospital, Brando me deja con su amigo y hace los tramites para que me atiendan.
-Soy Bastián -dice el chico sexy con su voz jodidamente grave, es perfecto.
-Soy Vera -le respondo mientras que lo miro a los ojos como puedo.
Pero nuestra presentación se corta cuando regresa mi hermano. Los tres nos sentamos en las sillas y apoyo mi cabeza en el hombro de mi hermano, más lagrimas caen de mis ojos, pero las limpio rápidamente. Pero al parecer alguien me descubrió, ya que mis ojos se encuentran con los de Bastián y siento como su mano me da unas caricias en mi espalda, y miento si diría que no sentí nada. Miles de sensaciones comencé a sentir en el cuerpo, a pesar de mi estado, ese pequeño gesto alegró este momento. Puedo ver que a él le sucedió algo parecido.
Nuestro momento fue interrumpido nuevamente, pero esta vez por el doctor. Brando me ayudó a levantarme y me acompañó. Pero él fue quién hablo, yo simplemente asentía, me dolía recordar todo lo que pasé en ese instituto. Me dieron calmantes para los dolores y me pusieron una cosa en el brazo izquierdo por el dolor, debo tener esa cosa por 3 semanas y luego regresar para ver cómo está todo. El tema del ojo me dijo que se iba a ir desinflamando.
Salimos del lugar junto a Bastián, que se encuentra nuevamente a mi lado ayudándome. Mientras Brando guardaba una cosa en el baúl, Bastián me ayudó a entrar al auto. Cada vez que me tocaba sentía muchas cosas, muchas emociones, me gustaba su tacto; y a él parecía que también.
Mi madre se encuentra sola en casa, mi padre no se sabe dónde está, como siempre. No quiero preocuparle, pero esto es algo que no podré ocultar, Brando dijo que mejor se lo cuente y haber si podemos hacer el pase de colegio a donde Brando va. Nos llevamos 1 año, pero él siempre me cuidó; desde que soy pequeña, mi madre se encargó de decirle a mis hermanos que me cuidaran siempre. Y él se encargo de cumplir esa promesa.
El viaje a casa se pasa rápido, lo único que hice fue mirar casi todo el tiempo a Bastián, mis ojos no podía despegarlos de él. Bastián lo notaba y me miraba de reojo, pero ahí era cuando corría rápidamente la mirada.
Llegamos a casa, Brando me ayudó a bajar y Bastian se despidió de ambos. Cuando su mano tocó mi brazo, electricidad corrió por todo mi cuerpo. Luego fui de a poco encaminándome hacia la puerta y escuchamos como Bastián se va con su moto negra, igual a la de mi hermano.
-Vera, tendremos que hablar con mamá, no puedes seguir en ese instituto.
Simplemente asentí y entramos a casa. Mi madre se encontraba haciendo la cena. Era hermosa, pero cada día estaba más débil y me mataba verla así. Nunca nos dijo que tenía, pero yo no era tonta y sabía que algo nos estaba ocultado. Muchas veces la enfrenté, pero su respuesta era la misma "no me sucede nada cariño".
-Hija, ¿qué te ha pasado? -pregunta alarmada secándose las manos en el repasador y acercándose a nosotros.
-Mamá tenemos que hablar- dije casi en un susurro. Los tres nos sentamos en la mesa y como pude le fui contando todo, estaba muy triste por mí y yo le expliqué que no la quería decepcionar. Lo único que hizo fue abrazarme y decirme que todo iba a estar bien. Mañana mismo iba a ir al colegio y hacer el cambio, yo estaba muy feliz de escuchar eso. Luego de hablar un poco más, pedí permiso y me fui a mi cuarto.
Me di una ducha rápida y decidí acostarme. Antes de cerrar mis ojos pensé en Bastián, en sus ojos, en cómo me trató, en su preciosa sonrisa. Ese chico me tiene cegada, pero una parte de mi sabe que él no es para mí; conozco cómo se maneja mi hermano y Bastián tiene la misma pinta. Sé que nunca podría cumplir ninguno de todos los pensamientos que pensé desde que lo vi. Es imposible, es por eso que necesito sacarlo de mi mente, pero no puedo dejar de ver esos ojos color miel.
❤ ❤ ❤ ❤
Holaa❤
Aquí va mi nueva historia, espero que les guste.
Como siempre les digo, gracias por leer.
No olviden de votar ❤ comentar ❤ se los agradecería mucho ❤
Espero que la disfruten ❤
Besos Mi ❤
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DESTROYED
RomanceTercer libro #SAGABONITA Esta historia es sobre Vera Harrit, la hermana de Brando Harrit. Vera, una joven de 27 años con una hija de 7 años llamada Serena; y su pareja de 28 años, Emanuel, un joven empresario. Bastián, joven arrogante de 28 años...