💖 EXTRA 💖

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Vera

Me encuentro en el auto, Bastián maneja mientras que yo solo observo por la ventana. Hace varios días que venimos discutiendo, mi vientre en cualquier momento estalla. Pero aún faltan varios días para que León llegue a nuestros brazos. 

Estamos yendo a terminar de comprar unas cosas para Navidad. Sere y Francisco están decorando la casa, con la ayuda de sus primas y primos. Mi hermano y su mujer están en una reunión muy importante y vuelven en dos días, tuvieron que viajar a Buenos Aires. Es por eso que mis sobrinos están todos en casa, mis hijos felices. 

Desde anoche que no emito palabra con Bastián. Él tampoco hace un esfuerzo, ambos estamos en silencio, quise venir sola. Pero solo me dijo que el me acompañaba, le agradezco. Por que no estoy de ánimos para manejar. A unos pocos metros observo el centro comercial. Mi celular comienza a sonar y el nombre de mi hija aparece en pantalla. 

-Hola cariño -saludo a mi pequeña princesa, que ya es una hermosa adolescente. 

-Mamá, ¿puedo pedirte algo? 

-Lo que necesites.

-¿Podrás traer algunos dulces?, estoy muy antojada de unos ricos chocolates y unas buenas películas en mi cama -me río ante su comentario.

-Claro cariño, dentro de un rato volvemos. 

-Los amo.

-Nosotros a vos mi amor -corto la llamada y sigo mirando por la ventana. 

Cuando mi hija me pide dulces, es porque está indispuesta y quiere un mimo, igual a su madre. Bastián estaciona la camioneta, aún seguimos en silencio. Mi vientre está enorme, solo uso vestidos. Agradezco que ya es verano, no se que haría. 

Tengo puesto un vestido negro, y unas sandalias planas con unos pequeños brillitos. Mi pelo suelto, hace unos días me lo cote por los hombros y me hice algunos reflejos. Esta vez no estoy maquillada, a cara lavada. Pero me puse unos lentes para disimular un poco. 

Bastián se coloca a mi lado, se que me está mirando. Siento su mirada, pero lo ignoro, comienzo a caminar hacia el centro. Tengo varias compras que hacer, me falta comprar algunos regalos aún. 

Puedo observar que no hay tanta gente y eso me encanta. Odio ir de compras y que el shopping esté que explote. Este es un muy buen horario. El teléfono de Bastián suena y su voz sin ánimos contesta.

Comienzo a comprar, primero voy a un bazar y busco unas luces para decorar la casa. Ya tenemos varias, pero a mi me encantan las lucecitas, pienso poner por todos lados, incluidos los baños.

-Señorita ¿la puedo ayudar en algo? -un muchacho joven se acerca. 

-Necesitaría algún canasto o algo para ir colocando las cosas -contesto amablemente. 

-Enseguida vuelvo -le agradezco con una sonrisa y sigo observando el lugar mientras tanto. Amo la época del año navideña, me encanta decorar la casa, comer en familia, llenos de amor. 

-Aquí tiene.

 -Muchas gracias -pongo las cajas de lucecitas y sigo con mi compras. Siento la mirada de alguien, no hace falta que me de vuelta. Ya se a quien pertenece esa mirada penetrante. 

Luego de comprar las luces y algunas cosas más, tomo las bolsas. Y me marcho del lugar, Bastián quiere ayudarme, pero lo sigo ignorando. Reconozco que soy muy orgullosa. 

Ahora debo comprarle algunos obsequios a mis sobrinos y los dulces para mi pequeña. Luego de casi dos horas y un poco más, ya tengo todas las compras listas. Bastián tuvo que llevar algunas bolsas al coche, ya no nos daban las manos. Pero aún no emitimos palabra alguna. 

Antes de volver a casa, pasé por una cafetería y me compre un rico café helado. Dante no quiso comprarse nada. Cuando estamos saliendo del lugar, un niño se nos acerca y nos pregunta si no le podemos comprar algo. 

Ninguno de los dos duda, entramos con el pequeño y le compramos una rica chocolatada y un buen pedazo de torta de chocolate. El niño muy agradecido se va con una sonrisa. Lo observo alejarse y sentarse en un banco. 

Bastián coloca su mano en mi espalda, él sabe como me afectan este tipo de situaciones. Es consciente de mi debilidad por estos niños, si pudiera los adoptaría a todos y los llenaría de amor. Fundamos hace dos años con Bastián una fundación, para niños en situación de calle. Marcha increíble y en ese pequeño hogar, los niños reciben mucho amor, estudios, valores. 

-Debemos regresar Vera -solo lo observo y asiento. Su mano aún sigue apoyada en mi espalda, y ahora que lo siento. Me doy cuenta de cuanto extrañaba su tacto. Hace dos días que no emitimos palabras, que nos nos damos un beso, nada. 

En silencio vamos camino a la camioneta, pero antes de continuar. Cambio el rumbo y voy directo al pequeño, me observa con una sonrisa. 

-Solo quería decirte que tengo una fundación y que sos más que bienvenido -me observa curioso y saco un papel de mi cartera, con un bolígrafo anoto la dirección. 

-Muchas gracias, no sabe como le agradezco por todo señora. 

-Espero verte por al fundación. Di que vas de parte de Vera y Bastián. 

-Será una madre hermosa y llena de amor.

-Tengo dos hijos más grandes, este es mi tercer hijo. Intento darles todo el amor que tengo.

-No tengo ninguna duda, me hubiese gustado tener unos padres como ustedes. 

Solamente me limite a darle un abrazo. Sus palabras me partieron el alma. Apenas deberá tener doce años, lo que más me llama la atención de este niño es que no veo resentimiento en su mirada, no veo enojo. Pocos son los niños que en su situación tiene esas ganas de vivir la vida. Por lo general son niños problemáticos, que ven  el mundo todo negro. 

Me despedí con otro abrazo y volví con Bastián. Estaba observándome, obviamente sin emitir palabra alguna. Volvemos al silencio, mi marido comienza el retorno hacia nuestra casa. Pero antes de llegar a casa, estaciona el auto en la calle. 

-Ya no lo soporto -Bastián vuelve a hablar. 

-Yo tampoco -confieso. 

-Debemos dejar nuestro orgullo a un lado, ambos estuvimos mal. Pero no soporto estar peleado contigo, no besarte, no decirte lo hermosa que estas, no acariciarte, no decirte cuan orgulloso estoy de vos. 

-Admito que estuve mal, quiero pedirte disculpas. Tampoco soporto no besarte, no acariciar tu rostro, no decirte cuanto te amo. 

-Ven aquí princesa -me inclino un poco y solo lo observo,nuestras narices se rozan. Mis manos viajan automáticamente a su rostro y lo sujeto con fuerza. 

-¿Puedo darte un beso? -le pregunto en un susurro.

-¿Esposos?

-Esposos.

Nuestros labios se encuentran y nos fundimos en un beso lleno de amor, pidiéndonos disculpas por nuestro comportamiento, por este orgullo que ambos tenemos que no está tan bueno. Pero aquí estamos, intentando salir adelante. 


Bonitas y Bonitos.

Aquí un extra de esta historia, espero que les guste. Muchas gracias por su amor, sus mensajes, sus votos, sus lecturas. 

Los adoro 💖 









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