➡POV Megan
Decidí volver a casa. No valía la pena quedarme ahí. Me sentía humillada.
¿Dignidad? ¿Qué es eso?
Caminé uno o dos kilómetros cuando un auto se detuvo a mi lado.
Volteé a ver quien era. Vince.
Seguí mi camino y él, por supuesto, iba detrás de mí.
--¿No vienes conmigo?--preguntó asomándose por la ventana del auto.
Lo ignoré.
--¡Hey! ¡Preciosa! Una miradita.
No me detuve.
--Vamos preciosa. Yo te llevo.
--No, gracias-- dije sin siquiera volvearlo a ver.
--¿Por qué no dejas que te ayude?
--No quiero que lo hagas.
--Te has vuelto tan intratable. No eras así cuando estabas conmigo.
Señor... dame paciencia.
--Tiempo pasado. Ya no hay un "nosotros"--hice las comillas mientras caminaba.
Doblé por una calle lo suficientemente angosta para que no pudieran pasar carros. Finalmente pude deshacerme de Vince.
Un par de cuadras más tarde, me di cuenta que esa había sido la peor idea.
Conforme me alejaba de la avenida, más y más bares de mala muerte se distinguían a mi alrededor. Los andenes estaban llenos de hombres ebrios peleando o gritándome obsenidades.
Llegué a un punto en el que me sentía totalmente perdida. Entré a uno de estos bares buscando a alguien que pudiera darme indicaciones.
Me acerqué a la barra en busca del bartender pues, supuse, era el único en estado de lucidez de este lugar. Desafortunadamente, se le veía muy ocupado atendiendo a los clientes así que tuve que esperar por una especie de turno cuando un hombre de unos 30 años, alto, moreno, se acercó a mí.
--Hola dulzura.
Moví la cabeza en forma de saludo.
--¿Qué hace una belleza como tú por estos lados?--su mirada me recorrió completa.
No respondí.
--¿El gato te comió la lengua?
Me limité a sonreir para no parecer descortés aunque, de hecho, solo lograba verme fastidiada.
--Te invito un trago--colocó una copa con un líquido amarillento frente a mí.
--No, gracias. No bebo.
--¡Vamos! Por la amistad. ¿No confías en mí?
Por supuesto que no.
Pero... por alguna razón, tomé la copa y la situé entre mis labios, esperando algún descuido del chico a mi lado para poder botar el licor. No sucedió. Por el contrario, estaba cada vez más atento a mis movimientos. Al fin bebí lo que solo Dios sabe que era y sentí el líquido bajando por mi garganta dejando un ardor insoportable a su paso.
Esto ha sido lo más estúpido que has hecho.
Y efectivamente, lo fue. De repente sentí ganar de vomitar y todo me daba vueltas.
Creo haber salido del bar junto con aquel chico pero son recuerdos difusos.
Recuerdo también, haber escuchado la voz de Ben. Estaba peleando con alguien, por alguna razón.
ESTÁS LEYENDO
El Tatuador
Fiksi RemajaYo era una chica buena. Nunca hice nada que pudiera afectarme o afectar a otros, mucho menos a mi familia. Pero... al llegar a una nueva ciudad, todo cambia. Nunca creí que podía transformarme tanto simplemente por complacer a un hombre. Mucho me...