"¿A quién extrañas?"

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➡POV Nathan

Desperté con un dolor punzante en el cuello y en la zona alta de la espalda. 

Me enderecé  en mi asiento intentando identificar el lugar donde me encontraba. Cuando mis ojos por fin se adaptaron a la luz del lugar, lo recordé: la sala de espera del hospital.

Llevé mi mano a mi cuello  para intentar masajearlo. ¿Por qué me dolía tanto?

--Buenos días -- dijo una voz femenina.

Giré hacia mi derecha en busca de la voz. Mala idea.

El dolor me hizo devolver la cabeza al frente.

La chica soltó una risita casi imperceptible. Conocía esa risa, era Gaby.

--¿Te duele mucho? Ven, déjame darte un masaje.

Me acomodé para darle completamente la espalda y que tuviera mejor acceso a ambos lados de mi cuello.

--Eso te sucede por quedarte dormido en mi hombro -- soltó otra risita --te dije que fueras a casa a descansar, es tu culpa.

--No podía dejar solo a mi mejor amigo-- protesté.

--Estamos en un hospital, por si no lo has notado, tu amigo no se iba a quedar solo, y menos porque te dije que me quedaría aquí, ¿acaso no recuerdas?

Es cierto, lo había hecho, pero ella no tenía porqué quedarse, ellos apenas se conocen. Además, quedarse solo en un hospital no es algo que le desee ni a mi peor enemigo. Aprecio que se haya quedado haciéndome compañía durante toda la noche, le debo un gran favor.

La mayor parte del tiempo me estuvo contando historias, cuentos, anécdotas, todo para intentar que no pensara en lo que le sucedió a Dean. De vez en cuando se quedaba callada viéndome fijamente a los ojos, pero no era de esos silencios incómodos, solo éramos dos personas mirándose y sin decir una sola palabra, hasta que alguno volteaba el rostro, generalmente era ella la primera en hacerlo y debo admitir que se veía preciosa cuando intentaba esconderse en su cabello para que no la viera sonrojarse, pero claramente no funcionó. Era como si la intimidara, aunque no estuviera haciendo nada, como si mi existencia fuese suficiente para hacerlo.

Es la primera vez que estoy a solas con ella. A pesar de conocernos hace más de diez años, siempre habíamos estado con Megan, nunca los dos solos, y debo decir que Gaby es una chica excepcional, escucharla hablar es todo un deleite y esta fue la primera vez que pude verla y detallar cada facción de su rostro. Gaby es hermosa. No lo digo por la falta de sueño, realmente me parece increíblemente preciosa e interesante, es muy graciosa e irradia una energía que te pone de buenas solo por estar a su lado.

--Iré a la cafetería, ¿quieres que te traiga algo?-- preguntó.

Negué con la cabeza. Se dio la vuelta y se perdió entre los pasillos. Mientras la veía irse no pude evitar sonreír con... ¿ternura?

No, no, no y no, no me gusta Gaby.

No puede gustarme. Tengo novia y la amo, además, estamos esperando un hijo.

Intenté sacudir la cabeza para deshacerme de esos pensamientos, pero el dolor me lo impidió, el masaje de Gaby había ayudado mucho, pero no eliminó del todo la molestia.

Habían pasado cerca de diez minutos desde que Gaby se había ido a buscar algo de comer. Miré en la dirección en la que se había ido esperando verla caminando hacia mí con esa sonrisa que me tenía cautivado, tiene una sonrisa hermosa.

--¿Quién? -- una voz detrás mío habló.

Volteé.

Lucy.

--¿Eh? -- pregunté.

--¿A quién extrañas? -- levantó una ceja mientras se cruzaba de brazos.

--A ti, mi amor, obviamente -- dije lo primero que se me ocurrió, pero sonó tan falso que ni la más ingenua se lo creería.

Me levanté y la abracé, le di un beso en la frente y otro en los labios, un corto y tierno beso.
Luego me puse de rodillas para darle otro beso a mi hijo... hija... hijo.

¿Será niño o niña?

Realmente no importaba: niño o niña, voy a amar a mi bebé incondicionalmente. Prometo que seré el mejor padre del mundo.

Para ser honesto, nunca había querido tener hijos, no me imaginaba en ese rol, pero debo admitir que la idea de alguien mitad tú, mitad la persona que amas es un concepto mágico y no puedo describir lo mucho que anhelo tener mini yo en brazos y darle todo el amor que merece.

Cuando me puse de pie, escuché gritos que provenían de algún pasillo del hospital, me di vuelta y vi a Gaby corriendo en mi dirección.

--¿Qué sucede? No puedes correr en el hospital.

--Es... está... es... aquí -- se había quedado sin aliento. Le pedí que se tomara su tiempo para tomar aire y poder hablar bien.

Los gritos no cesaban.

No esperé a que Gaby me dijera y caminé hacia donde creía se originaba el ruido.

Provenía de la cafetería. Quise ingresar, pero la gente estaba amontonada bloqueando el paso. Por suerte soy más alto que la persona promedio, me paré en la punta de los pies y eso fue más que suficiente. Gracias mamá y papá por estos genes.

Un chico estaba forcejeando con dos hombres, eran de seguridad: dos personas bastante robustas y mucho más altas que el chico, aún así, él lograba resistirse. Impresionante, mis respetos para el muchacho.

Cuando se dio la vuelta me di cuenta que era... 

Vince.

¿Qué hacía aquí? ¿Qué estaba sucediendo? 

Otro hombre de seguridad llegó e intentó abrir camino entre toda la gente para que pudieran sacar a Vince del lugar. 

No supe cómo reaccionar, solo me quedé ahí viendo cómo se lo llevaban. Cuando pasó junto a mí, pude ver una pequeña sonrisa, él...

Es como si estuviera tramando algo.



--¡AYUDA! ¡HAY UNA EMERGENCIA! ¡POR FAVOR, UN DOCTOR EN LA SALA 207!

La sala de Dean.

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