➡POV Dean
--La ambulancia llegó justo a tiempo, tuviste suerte... suerte que no mereces por andar de soplón. De cualquier forma él nunca te hubiera creído, después de todo... tú eres el mentiroso que se metió con su hermana, y yo... yo soy la madre de su hijo. Es una lástima que hayas terminado de esta forma, eras tan lindo. Esto será lo mejor para mi queridísimo Nate: perder a su mejor amigo a cambio de un hijo es un trato bastante justo, si me lo preguntas. Sé que no me escuchas, pero quiero que sepas que Nate y yo hemos estado hablando y si mi bebé es varón, llevará tu nombre. Es lo mínimo que podemos hacer. Esto también será lo mejor para mí y para mi hijo. Con Nathan tengo la estabilidad económica que el verdadero padre no me podrá dar ni en sueños. Tengo suerte de tener a alguien como él en mi vida. Lo amo tanto. Estoy segura que será un gran padre y un gran esposo. Por cierto, pensamos casarnos... bueno, yo me he hecho a la idea que me propondrá matrimonio, sería lo lógico. Y cuando eso suceda, todo el dinero de su familia será también mío. Oh, pobre Dean, quisiera que te quedaras con nosotros un poco más para ver cómo le succiono la vida a tu mejor amigo. Pero bueno... ¿algunas últimas palabras? ¿no? Perfecto. Hasta nunca, Dean.
Esas fueron las palabras que escuché en mi sueño, el profundo sueño en el que me encontraba.
Después escuché varias personas hablando bastante angustiadas.
¿Qué sucede?
Me estaba quedando sin aire. No podía sentir mi cuerpo, me debilitaba cada vez más. Miles de pensamientos daban vueltas en mi cabeza.
¿Estoy muerto?
Sentí como mi cuerpo dejaba de responder y mi mente se volvió un agujero oscuro del cuál no podía salir.
-- ...Es que en serio me pareces lindo y sé que es tonto hablarte si no me puedes escuchar, pero supongo que tenía que decirte que me gustaste desde el momento en que te vi entrar a la cafetería, con la ropa mojada e intentando cubrir tu rostro. Parecías tan misterioso, y al ver tus ojos quedé hechizada y bueno, creo que mejor me voy, ya dije lo que tenía que decir.
--¿Megan? -- su nombre salió de mi boca como un susurro.
--¡Estás despierto! ¡Señorita! ¡Señorita! Ya despertó -- gritó la misma voz de antes.
Escuché que alguien entró con pasos apresurados.
--¿Megan?-- pregunté de nuevo.
Intenté moverme, pero todo el cuerpo me dolía. Me limité a abrir los ojos. La luz del lugar me obligó a cerrarlos de nuevo. Parpadeé varias veces mientras me acostumbraba.
¿Dónde estoy?
--¿Megan? -- necesitaba saber si estaba ahí.
--No, soy Francesca.
Miré hacia mi derecha y me encontré con la chica que me había atendido en la cafetería aquel día.
¿Hace cuánto sucedió eso? ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
La chica tenía un pequeño ramo de flores con rosas azules. Una elección de color muy particular.
¿Que hacía ella aquí? ¿Y Megan?
Es la única persona que quiero ver en este momento.
--¿Disculpe? -- llamé a la enfermera que estaba en la habitación con nosotros -- ¿hay alguien esperando por mí?
--Sí, su madre llegó esta mañana y... había un par de chicos, habían estado acá desde el primer día, pero no los he visto desde ayer. Su mamá estará muy feliz de verlo-- dijo y salió.
--Yo me iré -- dijo la chica de la cafetería.
--Muchas gracias por venir... --había olvidado su nombre.
--Francesca, pero dime Frankie.
--Gracias por venir, Frankie.
Dejó las rosas en la mesa junto a la camilla y se fue.
--¡Mi cielo! -- gritó mi madre apenas me vio.
Corrió a abrazarme y me sentí tan bien. El amor de madre definitivamente puede curar todos los males, me sentí mucho mejor apenas se acercó a mí.
Estaba llorando, y debo admitir que estuve a punto de acompañarla.
Me dejó besos por toda la cara, pero pude ver cierta tristeza en su mirada.
--¿Qué sucede, má?
No respondió. Miró hacia la pared.
--Oye, ¿sabes algo de Nathan?
Me miró con la misma expresión.
--Cielo, no es momento de decirte esto.
--Mamá, dime que pasa, ¿le ocurrió algo malo a Nate?
--Es sobre Megan...
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El Tatuador
Teen FictionYo era una chica buena. Nunca hice nada que pudiera afectarme o afectar a otros, mucho menos a mi familia. Pero... al llegar a una nueva ciudad, todo cambia. Nunca creí que podía transformarme tanto simplemente por complacer a un hombre. Mucho me...