Delantales y nuevos amigos

4.9K 204 10
                                    

➡POV Megan

Se acercó al lado del copiloto y muy amablemente me abrió la puerta de éste. Coloqué mi bolso primero y a continuación, subí yo.

Dio la vuelta al auto y subió a su debido asiento.

Me dispuse a arreglar mi falda, la cual se subió ligeramente al sentarme. De repente, sentí su respiración en mi oído y cada vez se acercaba más a mi rostro.

Giré mi cara lentamente en su dirección. Nuestras miradas se conectaron y sentí un escalofrío recorrer desde mi nuca hasta mi entrepierna.

Nuestros rostros se encontraban a escasos centímetros. Observó mis labios y relamió los suyos. Imité su acción.

Cerré los ojos esperando que la cercanía hiciera aquello que tanto anhelaba.

—La seguridad primero.

Se separó de mí mientras me rodeaba con el cinturón de seguridad. Solté el aire que estaba conteniendo segundos atrás y me limité a asentir.

Imbécil.

¿Cómo se atreve a hacer semejante cosa?

Se nota que es un fuckboy.

Ya tendrá su merecido.

Mi subconsciente divagó de esa forma durante todo el camino a la heladería, y mientras Dean intentaba sostener alguna conversación conmigo, yo sólo respondía con asentimientos o monosílabos.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta que Dean ya había aparcado.

Abrió mi puerta de nuevo y mostró una sonrisa de lado que dejaba ver un huequito asomarse en su mejilla izquierda.

¿A qué juegas, niño bonito?

Gracias, pero puedo abrir mi puerta sola —dije y me dispuse a entrar al local sin esperarlo.

Tomó asiento a mi lado y tomó el menú que se encontraba en la mesa.

Hice lo mismo e intenté concentrarme en la variedad de sabores que se mostraban.

Pude sentir, en repetidas ocasiones,  su mirada por encima de la tabletilla del menú.

Al cabo de unos eternos minutos, se acercó a nuestra mesa un chico que no superaba los 20 años, era muy bien parecido, portaba un delantal rosa con puntos de diversos colores, un sombrero con el mismo logo que se encontraba en la entrada del local, y en sus manos llevaba una pequeña libreta junto con un lapicero color azul.

—¿qué desean ordenar?—miró a Dean y luego a mí.

—Un banana split para mí —pedí.

—Un granizado de kiwi, por favor—dijo mi acompañante.

—Enseguida.

—Gracias — dijimos Dean y yo antes de que el joven se retirara.

Nos miramos unos momentos hasta que el chico volvió con nuestras órdenes. Dean, inmediatamente, pagó lo debido junto con unos dólares de propina para el muchacho. Éste le agradeció y se fue, dejándonos a Dean y a mí en sepulcral silencio.

—Gracias... —me aclaré la voz—por pagar. Apenas mis padres me envíen dinero, te lo pagaré.

—No tienes porque. Lo hago con gusto.

Sonrió de nuevo mostrando sus huequitos y casi me derrito de la ternura.

Asentí y le devolví la sonrisa.

Todo ese silencio incómodo que nos dominaba segundos antes, había desaparecido y dio lugar a un rato de risas y comentarios sin sentido.

Al terminar mi helado, le agradecí de nuevo a Dean y él, como por quinta vez, me dijo que lo olvidara, que lo hacía con el mayor de los placeres.

Los levantamos de nuestra mesa, dispuestos a salir cuando sentí una mano rodear mi muñeca. Volteé y era el chico que nos atendió.

—hmm... Ho... Hola... Ehmmm... Oye, me preguntaba si... Si...ese es... ¿tu novio?—estaba notablemente nerviso. Giré a ver a Dean. Lo señalé.

—¿Él? No—le regalé una cálida sonrisa.

—E... En... En ese caso... Tú... Ehmmm.... Quisieras... Qui... ¿quisieras salir conmigo algún día?

—Me encantaría. Por cierto, soy Megan—estiré mi brazo para estrechar mi mano con la suya, a lo cual, él accedió.

—soy Josh.

El TatuadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora