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Giordano se estaba muriendo de miedo. Cada segundo que pasaba sentía más ganas de darse un golpe. Ellos iniciaron el viaje por lo que consideró una mentirilla piadosa. Sin embargo, después de hablar con Julian, se había dado cuenta que quizás se había pasado un poquitín con el asunto de "engañar a Marion". Sobre todo, después de ver la manera tan seria en la que el muchacho había reaccionado.

Joder, que solo trataba de hacerse un espacio en la apretada agenda del chico. Teniendo en cuenta su carácter, iba a pasar todas las vacaciones yendo de aquí para allá a donde lo solicitaran. A él no le gustaba para nada esa situación, a pesar de sentirse mucho más maduro que a inicios de año, seguía teniendo la misma vena egoísta que le exigía acaparar el tiempo que considerase necesario para satisfacer su necesidad de compañía.

Está bien, él se divertía con sus nuevos amigos, pero ya era tiempo de estar un rato con Marion. Era bastante molesto el no poder pasar tanto tiempo con él como cuando estaban en la secundaria. Resultaba tedioso esperar horas para poder dirigirle la palabra y que al final se disculpara, diciendo que tenía cosas que hacer.

¿Eso era egoísta? Sí, lo era. Pero no podía evitarlo, dentro de su pecho había un impulso irrefrenable que le exigía que se mantuviera callado. Tratando de que su mueca no dejase ver lo confuso de sus sentimientos, se giró hacia Marion, observándolo a detalle.

Este miraba el paisaje sin enterarse de nada, sosteniendo su celular, que no dejaba de sonar anunciando algún mensaje entrante. Giordano no se lo pensó demasiado, alargó la mano, colocándola encima de la de Marion, apretando el botón de encendido para iluminar la pantalla. De inmediato, pudo ver que anunciaba que había quince mensajes de Joseph sin leer. Su reacción inmediata al verlo fue fruncir el ceño.

—¿Y ahora qué te pasa Dano? —se quejó Marion, soltándose del agarre sin problemas.

—Tu archienemigo te está escribiendo —dijo, adoptando de inmediato, una sonrisa más amigable.

—Sí, ya se, por eso no estoy contestando —poniendo los ojos en blanco, le quitó importancia al asunto.

—Pues deberías hacerlo ¿No es él tu muñequita? —preguntó, fingiendo que contenía una carcajada. Otra cosa que no podía evitar era sentirse amenazado por la constante atención que demandaban los demás sobre Marion. Era como si alguno de esos mensajes, fuese a convencerle de volver de inmediato. Además, últimamente Giordano comenzaba a albergar sensaciones nada placenteras ante la constante interacción entre Marion y Jo.

—Ah... Esa era Nina —sin preocuparse mucho por el asunto, Marion devolvió la vista a la ventana, permaneciendo de ese modo sólo un par de segundos antes de reaccionar—. ¿Estabas leyendo mis mensajes? —gruñó, girándose de repente, mirándole de manera acusadora.

Giordano se encogió de hombros, soltando un silbido de disimulo que nadie en su sano juicio se hubiera creído, ni siquiera él.

—¡Dano! —exclamó, guardando su celular en la bolsa de la chaqueta, subiendo el cierre de inmediato.

El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora